No es posible postergar más sin abocarnos a una catástrofe nacional, la recogida y disposición final de la basura, el más acuciante de los problemas estructurales del Distrito Nacional, de la provincia de Santo Domingo y todo el país, que ya alcanza dimensiones inmanejables para las inoperantes alcaldías.
El Estado no puede soslayar este desastre ambiental. Una de las tareas más importantes prioritarias del Gobierno central es coordinar con los cabildos la urgente solución de la recolección y disposición final de los residuos sólidos, que permita pasar de la anarquía a un manejo viable, sostenible.
Concentrar los 358 vertederos del país, demasiados para una pequeña isla, en 30 o 40 puntos estratégicos, como se planificó. Además, aprovechar el potencial de la basura como fuente de energía, convertirla en electricidad y gas metano para uso doméstico, impulsar el reciclaje, un reciclaje más limpio.