Palestina era poco más o menos idéntica a la actual, salvo sus límites, que se han modificado constantemente por las largas luchas emprendidas por este pueblo. Aquella tierra estaba compuesta por cuatro regiones: Galilea, Samaria, Perea y Judea, la más conocida y centro de toda Palestina, con Jerusalén como enclave cultural. Cuatro nombres que marcan los pasos de Cristo. Este territorio está atravesado de Norte a Sur por el emblemático río Jordán, donde Jesucristo recibió el bautismo, y que forma el valle del Jordán.
Hace dos mil años este pequeño territorio, dominado por el Imperio Romano, veía nacer a Jesús. Fue en Belén, a seis kilómetros de Jerusalén, punto de visita del mundo cristiano en Navidad. La tradicional Misa del Gallo se celebra en la iglesia de Santa Catalina, erigida en 1881 por la Custodia de Tierra Santa, a cargo de la orden franciscana, y centra la atención de todos los cristianos.
Uno de los momentos más emotivos de esta solemne misa, simultáneamente con la oficiada en San Pedro, en la Santa Sede, es aquel cuando el obispo conduce una imagen del niño Jesús desde la iglesia franciscana hasta la cueva que yace debajo de la Basílica de la Natividad y la deposita sobre la estrella de Belén.
Según la tradición, los turistas que visitan la cueva donde estuvo el pesebre y se alojaron la Virgen María y José, depositan en un hueco de la estrella dorada sus peticiones y ruegos personales, o en nombre de parientes y amigos.
Esta basílica, que aún conserva restos del suelo que ordenó construir el emperador romano Justiniano hace unos 1.400 años, se salvó de tres invasiones militares, y es el santuario cristiano más antiguo de Tierra Santa.
Nazaret, la ciudad de la comunicación
La azarosa vida de Jesús empezaba cuando desde Roma se ordenó el empadronamiento de los habitantes, y una familia huyó de Nazaret. En esta ciudad, a 170 kilómetros al norte de Belén, se erige la basílica de la Anunciación, justo en el mismo lugar donde el arcángel San Gabriel anunció a María, la esposa del humilde carpintero, José, que sería Madre de Dios. La basílica está rodeada de tiendas de «souvenirs» y de peregrinos, que especialmente en estas fechas se sienten atraídos por tan simbólico paraje.
En Nazaret, Jesús vivió con sus padres y trabajó como carpintero, episodio del que apenas hay testimonio en los Evangelios. En el año 29 el profeta más conocido de todos los tiempos recorrió Israel y eligió un lugar alejado, con vistas al lago Tiberíades, para pronunciar el Sermón de la Montaña, palabras revolucionarias que los teólogos hoy reconocen como la «constitución» de la Iglesia.
En aquel lugar, el Monte de las Beatitudes, Jesús pronunció el célebre Sermón de la Montaña y afirmó «Bienaventurados los pobres de espíritu pues de ellos es el reino de los cielos» y «Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad». Además, en este monte de Galilea también eligió a sus doce apóstoles (Lucas 6, 12-13).
En este sitio tan señalado para los católicos, visitado por Juan Pablo II en 2000, se levanta una basílica, al igual que ocurre en tantos otros lugares claves de la vida de Cristo, mientras que en otros apenas si quedan ruinas.
Después de viajar hasta el río Jordán donde fue bautizado por Juan el Bautista, Jesús vuelve a Nazaret en el año 28 y de allí a Cafarnaum pasando por Magdala. Cafarnaum se convirtió en el centro de sus predicaciones, los principales viajes emprendidos por Jesús empiezan o terminan en esta ciudad del norte.
Magdala, el lugar originario de María Magdalena, no existe más que en el recuerdo, tan sólo hay un pequeño centro urbano llamado Migdal, localizado a menos de 200 metros del lugar original. Aquel pueblo se redujo con el paso de los años a una pequeña cúpula pintada de blanco con un cartel que explica su relación evangélica.
En Cafarnaum quedan aún ruinas de la sinagoga de la casa de San Pedro y de antiguos edificios que, por su valor histórico, están cubiertos y protegidos. Pero este pueblo conserva algo de su mística histórica. Los más modernos coches se detienen para dejar paso a los pastores que cruzan con sus cabras.
Cafarnaum, Corozaín y Betsaida forman el triángulo evangélico en el que Cristo predicó y obró milagros más que en ningún lugar. En Corozaín quedan vestigios del paso de Jesús, así lo señala una sinagoga de basalto negro, tres grandes edificios y una prominente plaza en el centro.
EL MONTE TABOR
Uno de los puntos claves del peregrinaje de Jesús es el monte Tabor. Con Pedro, Santiago y Juan, Jesús subió a este monte donde aconteció la Transfiguración, donde dejó traslucir su divinidad ante los tres apóstoles que le acompañaban. Desde este monte, de 558 metros de altura, se lanzan hoy docenas de jóvenes en ala delta hasta llegar al valle de Jezrael, una región agrícola del país. En la actualidad existen allí dos iglesias separadas por una pared de piedra: una griega ortodoxa, de 1911, y otra católica, de 1924.
Poco tiempo después de la Transfiguración, Jesús de Nazaret comenzó su último viaje, que le llevaría hacia su pasión, muerte y resurrección en Jerusalén, la ciudad tres veces santa, uno de los lugares más antiguos habitados por el hombre, con ruinas que se remontan a cientos de miles de años.
Jerusalén ha sido destruida 25 veces a lo largo de su historia, pero hoy es una ciudad moderna y próspera. Es en el barrio cristiano, casco antiguo de la ciudad, donde Jesús ejerció su última predicación, fue juzgado y crucificado el día 7 de mayo del año 30.
EFE REPORTAJES