El presidente Luis Abinader comparecerá hoy, otra vez, ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para hablar sobre la crítica situación por la que atraviesa Haití. En esta ocasión el mandatario dominicano responde a una invitación de la presidenta de Guyana y presidenta del Consejo de Seguridad de la ONU, Mohamed Irfaan Alí. Será otra oportunidad de la República Dominicana para exponer, en su condición de nación que comparte la isla de Santo Domingo con Haití, el peligro que representa la crisis haitiana para la seguridad de nuestro país. El caso haitiano representa ya una expresión de la ineficacia en que están cayendo los organismos internacionales, no solo por ellos mismos, sino por la indiferencia de sus países miembros para ir en auxilio de los que se encuentran en condiciones más críticas. En los años que lleva la crisis haitiana, son miles las personas que han sido víctimas mortales de las luchas entre las bandas armadas. La economía está en su punto más bajo, las empresas están a merced de los pandilleros y la clase política no puede prácticamente ni levantar la voz. En un cuadro así, Haití necesita ser socorrida por la comunidad internacional, pero de nada han valido, hasta ahora, los esfuerzos grandes o pequeños que se han hecho desde las Naciones Unidas y desde la Organización de Estados Americanos.
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Nuestro presidente, Luis Abinader, ha tenido la valentía de levantar su voz en todos los foros internacionales en los que ha participado, a favor del pueblo haitiano. Incluso, a sabiendas de que hay sectores haitianos que no aprecian estas intervenciones y hasta las han calificado de intervencionistas, el mandatario dominicano lo ha seguido haciendo, siempre por Haití y por los haitianos. Es una circunstancia desgraciada y sangrienta que necesita del concurso de todo el que pueda poner un grano de arena para que esa nación vecina y su gente salgan del atolladero y el caos en que se encuentra. Estamos seguros que en su intervención nuestro Presidente volverá a hablar con claridad, prudencia y buenos deseos a favor de la vecina nación.