Además de las reformas

Además de las reformas

El tema de las reformas es viejo en el país. Entre las recurrentemente anunciadas se destaca la nunca iniciada ni mucho menos llevada a puerto: la fiscal. Todo apunta a que esta vez se va en serio, y no solo finalmente se hará, sino que el Presidente se propone impulsarla junto a otras en la esfera política. Esa perspectiva es correcta, pero debemos ser conscientes que reformas del calado de las planteadas solo serían sostenible si superan el ámbito formalmente institucional y abarcan cuestiones esenciales de la cultura política

Veamos, de los 190 diputados del anterior Congreso, alrededor de solo 40 no buscaban su reelección y de estos, 18 se postularon para una alcaldía o en el Senado. O sea, cerca de 150 buscaban su reelección y, en esencia, para su campaña utilizaron el barrilito (dinero del contribuyente) durante cuatro años para promoverse, al igual que los senadores reeleccionistas y los referidos 18 que cambiaron de carril. Esos candidatos usaron el dinero público a su favor y en contra de sus contrincantes. Corrupción pura y dura.

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El alto costo de la política es el principal motivo de la baja calidad de la representación, algo que no resuelve una simple reducción de los representantes. Quitar los barrilitos y cofrecitos y oros privilegios, es mucho más importante que modificar el método de D ´Hondt. Tampoco democratiza, unir las elecciones municipales, congresuales y presidenciales para “disminuir” los tiempos y costos de unas campañas largas y dispendiosas por los beneficios que deja una curul, una alcaldía o una regiduría. Riñe contra la Ley Electoral y ofende la memoria histórica el negocio entre un candidato y el dueño del partido postulante, trujillista, que dicen haber acordado una cantidad de dinero para aquel, proporcional a la cantidad de votos que obtuviese. Ese partido obtuvo una votación que le garantiza alrededor de RD$50 millones anuales durante tres años y 100 el cuarto que es electoral. Una afrenta para las muchas familias que pagaron con sangre su lucha contra Trujillo y ahora como contribuyentes, financiarán las actividades de ese partido.

“La estabilidad de una democracia no sólo depende de la fortaleza de sus instituciones sino no también de las actitudes políticas y no políticas de los integrantes de una sociedad”. Las exenciones fiscales a los poderes fácticos, los privilegios de algunos que usan para combatir a candidatos por sus convicciones ideológicas, los comentarios injuriosos en diversos medios son ejemplos de esas actitudes que lastran nuestro sistema político y de partidos. a las que resulta imperioso sacar de cuajo.

Además de las reformas, cambiar esas malas prácticas es otra materia pendiente que debemos superar.

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