Análisis del ritmo-sentido del panegírico “Ante el féretro de Trujillo”, de Joaquín Balaguer

Análisis del ritmo-sentido del panegírico “Ante el féretro de Trujillo”, de Joaquín Balaguer

§ 1.0. He aquí,/ señores,/ tronchado por el soplo de una ráfaga aleve,/ el roble poderoso que durante más de treinta años/ desafió todos los rayos y salió vencedor de todas las tempestades./// El hecho horrendo consterna nuestro ánimo/ y estremece con fragoroso estrépito de catástrofe el alma nacional./// Jamás la muerte de un hombre produjo tal sentimiento de consternación/ en un pueblo ni gravitó con mayor sensación de angustia sobre la conciencia colectiva./// Es que todos sabemos/ que con este muerto glorioso/ perdemos al mejor guardián de la paz pública/ y al mejor defensor de la seguridad/y el reposo de los hogares dominicanos./// El acontecimiento ha sido de tal modo abrumador/ que aún nos resistimos a creerlo./// ¡La tierra vacila todavía bajo nuestros pies/ y parece que el mundo se ha desplomado sobre nuestras cabezas! ///

§1.1.Tres observaciones antes de entrar en materia. La primera es el “He aquí”, un presentativo, al cual debió seguir un gesto semiótico que, con el movimiento del dedo índice de la mano derecha, captara la atención del auditorio hacia el féretro de Trujillo. La segunda; el “señores”, que la gramática de la época, y hasta fecha reciente, la Real Academia Española y los gramáticos de nuestro idioma, daban por supuesto, en sus textos, que el sustantivo masculino usado con sentido general de la humanidad incluía a la mujer. El feminismo y la lógica del sentido del discurso han venido a desmentir este ideologema que borra la especificidad de la mujer como sujeto. La tercera: No siempre va en plural lo poseído por un poseedor singular o plural. En la última frase de este primer párrafo, objeto de mi análisis, todos los presentes en el acto de enterramiento de Trujillo, posee cada uno, individual o colectivamente, una sola cabeza.

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§1.2. El título mismo que Balaguer le imprimió a su panegírico es ya un generador del doble consonantismo mayoritario que caracterizará este discurso compuesto de oclusivas y fricativas más [r] vibrante simple y múltiple [tr de féretro y tr de Trujillo] o [l] lateral, líquida o a veces mojada convertida en [r] debido al fenómeno de ultracorrección que sirve para reprimir la traicionera [i] cibaeña; o a medio camino entre esas [r y l] que no han adquirido sus formantes y rasgos distintivos, como si se las pronunciara entre dientes. Ese ritmo biconsonántico, pese a la estructura vocálica mayoritaria de nuestro idioma español, es un recurso retórico empleado por los oradores conscientes de la imitación del efecto sonoro del trueno o el estrépito de los demás fenómenos cataclísmicos (sismos, inundaciones, maremotos, tsunamis) de la naturaleza o la historia (disparos de cañones, tanques, bombas u otras armas mortíferas). Un ejemplo palmario de este arrastre rítmico lo produce Balaguer con la [tr] inicial de tronchado y la [pl] de soplo, la [bl]deroble y la [tr] de treinta, las que, acompañadas de varias[r] vibrantes simples en señores, ráfaga, poderoso, rayos, vencedor, rematarán con la frase «El hecho ho[rr]endo conste[r]na nue[str]o ánimo y e[str]emece con [fr]ago[r]oso e[str]épito de catá[str]ofe el alma nacional», oración que logra en el auditorio el efecto sonoro del cataclismo natural que es la muerte de un poderoso y despiadado Hitler caribeño, “monarca sin corona”, como le llamó Euclides Gutiérrez Félix a Trujillo. Y ráfaga aleve y tronchado el roble poderoso son las dos primeras metáforas vegetales o de la naturaleza (orgánicas, como las llama Judith Schlanger, para distinguirlas de las metáforas animales y minerales) empleados por Balaguer para señalar la causa de la muerte del dictador a quien compara con un árbol de madera noble cortado por disparos traicioneros, no por el hacha de un leñador o labrador.

Y rematan más todavía las [rt] en espejo de muerte y muerto, las [br] de hombre, la [pr] de produjo, la [pl] de pueblo, la [gr] de gravitó, [gl] de glorioso y otro biconsonantismo especular: [rd] de perdemos y guardián y otra [pl] de pública, seguidas de las [r] vibrantes simples de mejor, defensor, seguridad, reposo y hogares. Y Balaguer guarda el contexto y la memoria de la frase cataclísmica del “hecho horrendo” cuando remata con la misma sonoridad el final de su primer párrafo: «El acontecimiento ha sido de tal modo a[BR]umador/que aún nos resistimos a [KR]eerlo./// ¡La tierra [r] vacila todavía bajo nue[STR]os pies/ y pa[r]ece que el mundo se ha de[SPL]omado so[BR]e nue[STR]as cabezas.» ////

En este primer párrafo, hay varias ocurrencias del fenómeno de ultracorrección de Balaguer para evitar que se le zafe la [i] cibaeña. Veamos: “por er soplo”; “es tar el sentimiento de consternación”; “de tar modo”; “que er mundo se ha desplomado”; “Palacio Nacionar” y como buen imitador del hispanismo, pronuncia la [z] española en la palabra “reposo” (de los hogares dominicanos), pero no la distingue de la c delante de las vocalese, i, como en “vencedor, conciencia, estremece, acontecimiento y parece”. Para un español no andaluz, esta diferencia entre z y c delante de e, i, no es fonológica, sino fonética. Deseo observar, para terminar con este acápite de la ultracorrección que, en la escuela primaria, en la clase de lectura comprensiva, se nos enseñaba a pronunciar la z a la española, pero no la c delante de vocal ese, i. Tan pronto salíamos del aula, volvíamos a nuestros “sapatos” y nuestro “sielo”. Y, por último, en el nerviosismo de la lectura del panegírico, a Balaguer se le olvidó pronunciar la palabra “muerto” en la frase “con este muerto glorioso” y pronunció “que el nuestro glorioso”. ¿Fue un lapso inconsciente que se resistió a admitir la realidad del hecho? El texto vigilado por su autor en La palabra encadenada subsanó el yerro del nerviosismo, al igual que Balaguer restableció la escritura real mecanografiada de “con este muerto glorioso”. Al escuchar el supuesto video de Balaguer, observo que es un montaje de la foto del entierro al que se ha añadido la grabación del discurso repetido una y otra vez por la radio oficial La Voz Dominicana. ¿Se perdió la fílmica con el panegírico de Balaguer? ¿O la tiene alguien celosamente guardada?

§1.3.El fonólogo y lingüista dominicano radicado en Chicago Rafael Núñez Cedeño, profesor emérito de la Universidad de Illinois en aquella ciudad, describe y analiza el fenómeno de la permutación de la [r] por la [l] en el habla cibaeña, y la ocurrencia inversa en algunas partes del Suroeste del país:

«Justo ayer en mi clase sobre el español dominicano hablaba de cómo yo había detectado en uno de los discursos de Balaguer su curiosa producción de convertir la L en R, dado que era cibaeño. La farda de la montaña, recuerdo haberle oído decir. Les hablaba yo a los estudiantes del natural proceso del rotacismo de la lateral final de sílaba en el Suroeste, que viene condicionado no solo por sus propiedades fonológicas, sino por factores paralingüísticos: regionales, de clase, formación académica, etc. Ahora entiendo que la ultracorrección de Balaguer se trataba simple y llanamente de su inseguridad lingüística proveniente de ese heterogéneo entorno familiar. Interesante apreciación la tuya…»

§1.4. Por considerar también interesante la opinión del escritor y publicista Freddy Ortiz Landrón, copio el mensaje que me envió luego de leer la primera entrega de esta serie sobre el panegírico al perínclito de San Cristóbal: «Hay un dato que no sé si sabías y es que, si bien en sus discursos Balaguer cuidaba mucho la pronunciación, en lo íntimo, en su habitación, cuando se encojonaba y echaba rayos, hablaba con la i, metía la i cibaeña. Esos son testimonios que escuché de fuentes varias.»

§1.5. Bernardo Vega, a quien consulté, niega la afirmación del urólogo de Trujillo, Dr. Puigvert, en el sentido de que, según sus memorias publicadas en 1981, el féretro del Jefe había sido sacado de madrugada del Palacio Nacional y sustituido por otro lleno de saquitos de arroz, según le confió una fuente de crédito. Ni afirmo ni niego lo dicho por Puigvert y Vega. Las acciones de Trujillo y Ramfis están tan ocultas que, para curarse en salud, hay que esperar que aparezcan las pruebas documentadas de cualquier afirmación especulativa. ¿Qué interés tendría el Dr. Puigvert en dañar su reputación con una afirmación de ese tipo? ¿Ingenuidad al creerle a su fuente no identificada, quizá por no estar autorizado a revelar su nombre o por estar viva o simple afán de protagonismo?

§1.6. TERMINOLOGÍA:

Utilizo tres tipos de barras para marcar las pausas rítmicas en la prosa discursiva del panegírico. Una / indica la pausa marcada por Balaguer en su panegírico cuando él usa coma y yo marco una pausa rítmica no marcada por coma por Balaguer, pero que la respiración del orador la marca por brevísimo momento como para señalar la métrica invisible que rodea el encomio a su Jefe. Uso dos // para el caso en que Balaguer usa una pausa mayor que la simple coma, o sea, el punto y coma (muy poco empleado en el panegírico) o los dos puntos; y finalmente, las tres //// para indicar el punto y seguido y el punto final. Además de versificador, como él mismo se definía, Balaguer era metrista empedernido. Escribió un tratado de métrica, del cual analicé los efectos políticos e ideológicos en mi libro Lenguaje y poesía en Santo Domingo en el siglo XX (Santo Domingo: Editora Universitaria de la UASD, 1985). Uno de esos efectos es metrificar la prosa, consciente o inconscientemente, para acercarla más a la poesía medida. El recurso a las figuras y tropos es masivo (mitología, leyendas, historia antigua y moderna como maestras de vida, apología de los santos y los héroes históricos falsos o míticos o a veces medio reales, citas de grandes escritores, filósofos o historiadores y la fábula y su moraleja.

§1.7. El panegírico de Balaguer a Trujillo es una especie de poesía épica en prosa, pero las acciones heroicas de Trujillo se redujeron a perseguir gavilleros y a enviar a sus subalternos a matar a los caciques regionales que le adversaron desde 1930. Cazados en los montes como bestias salvajes o asesinadas en las ciudades y en el extranjero, esas más de cinco mil víctimas de su dictadura, son los hechos “épicos” que han sido descritos como verdaderas hazañas de Trujillo por sus panegiristas y hagiógrafos y como falsedades por obras como las de Andrés L. Mateo: Mito y cultura en la era de Trujillo:/ «el roble poderoso que durante más de treinta años/ desafió todos los rayos y salió vencedor de todas las tempestades» no fue más que un asesino alevoso, quien cayó víctima de su propia trampa: Al que vigilan, no se escapa, solía sentenciar. O como dice el pueblo llano: El que a hierro mata, a hierro muere. Son las víctimas de Trujillo las que llevan hoy los nombres de calles, plazas, ciudades, pueblos y escuelas del país. Pero falta por realizar una verdadera profilaxis que limpie de trujillistas los nombres de calles, escuelas y carreteras del país. A pesar de que por ley el apellido Trujillo fue exiliado a perpetuidad de nuestro país y condenado a vagar por playas extranjeras hasta que se extingan los últimos miembros de sus respectivas generaciones.

(Continuará).

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