Las deportaciones de haitianos ilegales continúan como caña pal ingenio no obstante las afrentosas pretensiones de organismos internacionales de que se detengan debido a la situación que se vive en el país vecino, y así lo testimonian los informes de la Dirección General de Migración.
Según datos ofrecidos ayer por el organismo, en tan solo siete días detuvo y repatrió a más de cinco mil extranjeros que circulaban sin la debida documentación en operativos desplegados en varias provincias del país. Un gran esfuerzo que, sin embargo, se aprecia poco y se siente menos, y la explicación es muy sencilla: los haitianos que se han desplazado hacia territorio dominicano son ya demasiados, como puede apreciarse a simple vista, por lo que hablar de una invasión pacífica y sistemática ya no es una exageración ultranacionalista.
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Además de que, como todo el mundo sabe, por un lado los expulsa Migración pero por el otro, y a veces en menos de 24 horas si tienen conqué pagarle a las mafias que operan a ambos lados de la frontera, están de nuevo aquí como si nada hubiera pasado. Ese entra y sale de inmigrantes ilegales se ha convertido en un gran negocio que ha llenado muchos bolsillos, y es la principal razón por la cual no se va a detener.
Es por eso que cuando uno lee que se repatrió a más de 200 mil extranjeros ilegales en lo que va de año tiene que concluir que todos los recursos que se invierten en esos operativos, que no deben salir baratos, continuarán yéndose por el desaguadero si no conseguimos reducir a su mínima expresión las actividades de las mafias que se lucran de ese ilícito negocio, que no podrían operar con éxito sin la complicidad de nuestras autoridades.
Lo que también nos empuja a concluir que mientras tantos dominicanos, y no hablo solo de los guardias que cuidan la frontera, se beneficien de una manera o de otra de esa inmigración ilegal hay muy pocas esperanzas de evitar que el “problema haitiano” se convierta también en nuestro problema.