Estas máximas se contextualizan en los libros de resiliencia. Desde la filosofía el maestro Sócrates planteaba: “conócete a ti mismo” es una parte de la fortaleza emocional, espiritual y social de una persona, para poder adaptarse y fluir en una sociedad. Conocer su temperamento, carácter y rasgos de personalidad, ayuda para identificar emociones, sentimientos, actitudes, conductas y comportamientos que, van prediciendo su personalidad.
Conocer las debilidades, fortalezas y vulnerabilidades, es fundamental para protegerse, evitar o prevenir consecuencias negativas, riesgos y malas decisiones que se pueden decidir en diferentes circunstancias.
Las personas con inteligencia emocional y social, saben cómo automotivarse, vivir con propósitos asumidos en el logro, desarrollar la autoconfianza, la autodisciplina, la perseverancia, el autocontrol y la autoestima para aprender a levantarse en las dificultades.
“El hombre que se levanta es aún más fuerte que el que no ha caído” decía el maestro Viktor Frankl.
Sin embargo, el aprender aceptarse, es parte de una identidad psicosocial que fortalece el “yo real y el yo ideal”. O sea, quién soy y qué quiero hacer. Estos son tiempos de crisis de identidad, de la insatisfacción emocional, de la búsqueda del narcisismo social, de las redes para poder encajar en la sociedad, en los grupos y los amigos.
Cuando una persona no se acepta a si mismo, empieza por compararse e influenciarse por los demás, y sentir la presión del mercado, a buscar refugios que otros le construyen debido a su inseguridad, su baja autoestima y sus miedos a quedarse excluido.
La aceptación sana y la conquista de una autoestima y valoración personal, ayuda y fortalece el carácter, la toma de decisiones y los propósitos de vida que se deben construir y asumir desde la aceptación.
El no aceptarse a sí mismo implica desbalance emocional, miedo, inseguridad, temor, resignarse, desmotivarse y vivir la infelicidad, pese haber obtenido cosas materiales; sencillamente, es vivir la insatisfacción y desarmonía entre lo interior y lo exterior.
Pero, lo mas significativo en la vida es, aprender a superarse. El supérate pese a las adversidades, a los obstáculos y exclusiones de la vida, los prejuicios y las acciones de las malas personas.
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Cada persona vive con el desafío de: supérate, aunque no todos lo puedan lograr; sólo los que aprenden a automotivarse, plantearse propósitos, metas, sueños, desafíos y objetivos en la vida, alcanzan fluir como persona y a veces como grupo.
Las personas resilientes aprenden a vencer adversidades, desarrollan fortaleza emocional, su psicología de vida es positiva, mantiene el focus y la coherencia con sus valores y dignidad.
La máxima: conócete, acéptate y supérate, es un desafío para los jóvenes y adultos que buscan la diferencia. Nadie se supera sin prepararse, sin trabajar duro, sin tener hábitos de ahorro.
La vida posmoderna valida la prisa, el inmediatismo, el consumo, la gratificación y la conquista del “yo”.
Psicológicamente hablando, el supérate es una tarea pendiente para los que se encuentran dormidos, conformistas y esperando que otras personas les creen las oportunidades.
Las personas capitán de su vida, saben construir su propio destino a base de esfuerzo, lucha y perseverancia.
Para aceptarse hay que conocerse, y para superarse hay que aceptarse y decidir cambiar lo que hay que cambiar.
Las personas que se adaptan, conectan y fluyen pese a las adversidades, son las que terminan siendo resilientes.