P. Profesor, ¿quiénes son los guardianes del Ozama?
R. Es un grupo de jóvenes, profesores, agricultores, profesionales, productores, cacaotaleros, líderes sociales, fruticultores, sacerdotes, pastores e incluso legisladores (Congresistas multicolores) de la Comunidad de Cuance – La Gina / Peralvillo – Yamasá / Monte Plata, que han decidido organizarse y llamarse asímismos, los “Guardianes del Ozama”.
Cuance es una comunidad rural, progresista, cacaotalera e incrustada en el mismo centro de la cadena montañosa de la Sierra de Yamasá.
¿Pero qué tiene en común este colectivo humano de formación tan diversa e intereses variopintos? “Una motivación de bien común”, con suficiente fuerza interna para orientar los bueyes que jalan la carreta de su porvenir, en una misma dirección: la protección de las nacientes del Río Ozama.
De hecho, su primera acción que simboliza su espíritu de lucha y su voluntad inequívoca orientada al alcance de su objetivo principal, es la construcción de un “campamento” en medio de las mismas nacientes del Río Cuance, el cual baña su comunidad, previo a tributar sus aguas al cauce principal del Ozama, quien las recibe para luego llevarlas hasta su destino final, el Mar Caribe, no sin antes bendecir las almas que habitan la capital dominicana.
Nosotros, como Academia de Ciencias de la República Dominicana y junto a otros miembros de la Comisión Ambiental de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, fuimos convocados por las “Comisiones de Energía y Minas, de Medio Ambiente, de Agricultura y Congresistas en el Exterior de la Cámara de Diputados”, para escuchar nuestras consideraciones técnicas sobre la pertinencia del sitio propuesto por una empresa minera, para la construcción de una “presa de colas” que recoja las aguas mineralizadas, fruto del procesamiento de oro.
Sobre la lógica de la minería y sus intereses, legítimos o no, no opinamos, pero sí en el ámbito de nuestras competencias y formación académica, particularmente sobre el régimen climático e hidrológico imperante en la Sierra de Yamasá, donde las precipitaciones (2,000 – 3,000 milímetros anuales en la Cuenca Alta del Ozama), conforman un bosque muy húmedo y pluvial que acoge actividades productivas compatibles, ambientalmente amigables y de alta productividad, donde se producen las “aguas seguras” que alimentan la capital dominicana.