P. Profesor, además de los muertos, desplazados y acueductos fuera de servicio, ¿nos deja algún mensaje el huracán Elsa?
R. Elsa ni siquiera tocó suelo dominicano, aunque sus vientos soplaron con fuerza en la Sierra de Baoruco y se dejaron sentir de manera suave en el resto del país, sin embargo, el Centro de Operaciones de Emergencias dice que nos dejó 2 muertes, 170 mil personas sin energía eléctrica y 360 mil sin agua potable y otras tantas desplazadas.
Llama a la atención la energía del oleaje que azotó el malecón, desde Las Américas hasta Manresa, dándole suficientes oficios al Ayuntamiento del Distrito Nacional y a Obras Públicas, que, aunque no es la primera vez que ocurre, si nos habla de la vulnerabilidad de las infraestructuras y residenciales al otro lado de la avenida 30 de Mayo, quienes ahora con el cambio climático, se sumarán a las emergencias que siempre arrastran consigo los moradores del Ozama.
Pero las interrogantes que tienen que hacerse las autoridades, es qué se puede hacer en el presente para mitigar los riesgos futuros, pues aunque este puede estar más allá de los cuatro años que les corresponda estar en el poder, somos todos los dominicanos los que estamos supuestos a seguir viviendo aquí y por lo tanto, la previsión, la planificación y la razón, tienen que ser nuestros mejores aliados frente a la inestabilidad de los venideros eventos meteorológicos, quienes cada vez aceleran su presencia.
Si ya sabemos que estamos entre las naciones más vulnerables del mundo frente a esta nueva realidad global, no podemos esperar a una catástrofe natural de consecuencias imprevisibles para formular la “política nacional frente al cambio climático”, ni las estrategias para la adaptación, mitigación y prevención de impactos.
Ya el Cambio Climático está inserto en las políticas públicas de la Unión Europea, al igual que México y muchas naciones del continente que han decidido salirle al frente a lo inevitable que nos espera.
Aquí hay suficiente capacidad humana, que conoce muy bien la conducta de los huracanes y ciclones menores, que, aunque es cierto que nadie está ni nunca lo estará, suficientemente preparado para defenderse contra los eventos naturales, si es posible concienciar a la población y el Estado establecer, regular y adoptar las medidas que ayuden a disminuir los riesgos y hacerles frente a los impactos que cobran vidas y arruinan la propiedad.
¿Empezamos? ¡El futuro comienza hoy…!