Pregunta de la lectora: ¿Por qué las pelas y los castigos no son buenos para disciplinar?
Respuesta de la terapeuta: En la actualidad, las pelas y castigos, se consideran un método de disciplina.
Sin embargo, son medios para someter a los hijos con dolor y miedo.
En la niñez y adolescencia ocurre una poda neuronal, de manera que los golpes, los maltratos y la negligencia bloquean las conexiones neurológicas que deben formarse.
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En las fases infanto-juvenil se estructuran los rasgos de la personalidad, el concepto sobre sí mismo, y se aprende a establecer y respetar los límites personales y sociales. La adquisición del pensamiento y juicio crítico se verá afectada en la etapa adulta.
Las pelas y los castigos bloquean el aprendizaje, la atención y la concentración. El hipocampo, el área del cerebro donde se procesa la memoria y el aprendizaje y que forma parte del sistema límbico (emocional), se ve seriamente afectada con esos métodos.
Las experiencias aterradoras como consecuencia de los golpes, que suelen ir acompañados de palabras hirientes y descalificantes, debilitan la resistencia psíquica, afectan la capacidad resiliente, la autoestima y la autoconfianza.
Los niños y adolescentes maltratados y violentados se muestran hipersensibles e hipervigilantes. Aprenden a desconfiar de los demás y aumenta la posibilidad de que afronten negativamente las situaciones estresantes en la adultez. Además, se muestran tristes, inseguros, se enferman con mayor frecuencia, y se tornan agresivos, impulsivos y aislados.
Los niños necesitan de sus padres demostraciones de amor, cercanía, comprensión de los límites y un diálogo abierto y fluido que estimule el desarrollo de la personalidad resiliente.