Cada 26 de noviembre se celebra el Día Mundial del Olivo, una fecha proclamada por la UNESCO para destacar la importancia cultural, ambiental y económica de este árbol milenario. Símbolo de paz, sabiduría y prosperidad, el olivo no solo embellece paisajes mediterráneos, sino que también produce uno de los alimentos más valiosos para la humanidad: el aceite de oliva.
Este aceite es considerado de los más beneficiosos para la salud y si se habla de una buena alimentación, puedes asegurar que estará incluido.
Un tesoro líquido para la salud
El aceite de oliva, especialmente el virgen extra, es reconocido como un superalimento por sus numerosos beneficios para la salud. Su composición rica en ácidos grasos monoinsaturados, antioxidantes y vitamina E lo convierte en un aliado esencial para prevenir enfermedades y mantener el bienestar.
Corazón fuerte: estudios han demostrado que el consumo regular de aceite de oliva reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares, disminuyendo el colesterol LDL (el “malo”) y aumentando el HDL (el “bueno”).
Propiedades antiinflamatorias: gracias a su contenido de oleocantal, actúa como un antiinflamatorio natural, comparable a medicamentos como el ibuprofeno.
Aliado contra el envejecimiento: sus antioxidantes ayudan a combatir el daño celular y a mantener la piel hidratada y saludable.
Ayuda a la memoria: de acuerdo con Molino Alfonso, incluir aceite de oliva virgen extra en la dieta, previene e incluso ayuda a ralentizar la enfermedad del Alzheimer, debido al carácter protector natural de alguno de sus compuestos, ayudando a proteger los vasos sanguíneos del cerebro e incluso a eliminar los compuestos que generan el envejecimiento cerebral.
Estudios también han revelado que el uso de este aceite puede reducir la aparición de trombosis y previene la aparición de diabetes.
Más allá de la cocina
Aunque es una estrella en la dieta mediterránea, el aceite de oliva trasciende la gastronomía. Es utilizado en cosméticos, jabones, mascarillas para el cabello y remedios naturales, demostrando su versatilidad y conexión con tradiciones ancestrales.
El olivo es también un aliado del medio ambiente. Este árbol resistente se adapta a condiciones climáticas extremas y tiene la capacidad de absorber grandes cantidades de dióxido de carbono, ayudando a mitigar los efectos del cambio climático. Su cultivo, además, contribuye al desarrollo sostenible en muchas regiones del mundo.
Y un dato curioso es que se cree que uno de los olivos más antiguos del mundo tiene más de 3,000 años y se encuentra en la isla de Creta, Grecia.
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