Hegel (1770-1831) ha sido uno de los filósofos más reseñados. Marx lo estudio y aplicó muchas de sus ideas, Hitler por igual. A lo largo del tiempo ha contado con grandes admiradores y detractores. Incluso hoy se discute si simplemente era un defensor del autoritario Estado prusiano, un izquierdista progresista o simplemente un intelectual adelantado. Pero para el caso que nos ocupa todo esto pasa a un plano circunstancial. El hombre fue un gran pensador del que notables intelectuales se han nutrido. Su pensamiento impactó a filósofos como K. Marx, S. Kierkegaard, F. Nietzsche, J. P. Sartre, G. Batalle, T. W. Adorno, J. Derrida, entre muchos otros.
Según Wilhelm Friedrich Hegel, el “espíritu absoluto” es lo indeterminado que a través del tiempo se determine dentro de las potencialidades del ente. El puro ser es lo primero y el punto de partida de lo indeterminado (alma sin conocimiento). El arte en cuanto a lo bello nace del espíritu. Se trata del “dasein” (existencia o ser determinado), vitalidad de la idea: el ideal. Un individuo (genio) o una comunidad crea una obra y el ideal se realiza. Al hablar de lo bello y el arte el filósofo refiere que la belleza se define como la manifestación sensible de la idea.
Su visión de la estética proviene de la comprensión teórica del mundo. El arte como verdad final. Lo bello engendrado por el espíritu es un objeto digno que tenemos ante nosotros. La belleza se inmiscuye en cada una de nuestras circunstancias… El arte es un modo como el hombre ha tomado conciencia de las supremas ideas de su espíritu. La verdad propia de la inteligencia. Los pueblos a través del tiempo han depositado su suprema intuición en las representaciones artísticas. La sabiduría y la religión están contenidas en las formas artísticas, y es exclusivamente el arte el que contiene la clave de la sabiduría y la religión de muchos pueblos.
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Indica que el arte “aparece” en las formas artísticas; expone la idea mediante la apariencia (aparición fenoménica) que por ser de naturaleza espiritual nos parecen estar más próximas. El pensar se capta a sí mismo y se expresa. El fin del arte según Hegel es hacer representable la idea del espíritu y el ser. Por ello, un punto de unificación de los hombres que sienten deleite al probar su habilidad de realizar una creación propia. Por esa razón, Hegel (1974) proclama que buscaremos en la historia un fin universal, el último fin del mundo; no un fin privado de un espíritu subjetivo. Afirmó que aprenderíamos por medio de la razón y que no podemos estar interesados en ningún fin privado y finito, sino tan solo en el fin absoluto.
Refiere que a través del arte se conmueve cada sentimiento del pecho humano en su multiplicidad. Describe lo que hoy llamamos experiencia estética: aclara que “el arte engendra en nosotros las experiencias de nuestra vida, efectivamente real. Nos traslada a otros medios poéticos, a otros estados de ánimo. Nos capacita también para, en particulares situaciones de nuestras relaciones en general, sentir las circunstancias más a fondo, más profundamente, o nos capacita para que las circunstancias exteriores estimulen esas sensaciones, cosa que nos es posible por la ejercitación previa que hemos tenido en las intuiciones artísticas. El arte se vuelve hacia nuestra representación, hacia nuestra intuición, y es indiferente si ha partido de la existencia efectivamente real o de una representación que solo el arte ofrece. Sentimiento, inclinaciones, pasiones se agitan en nosotros mediante el contenido que tenemos delante, y es indiferente si este contenido se da únicamente en la representación, o si nos llega en la intuición de nuestra vida externa. Pueden despertarse en nosotros todas las pasiones, y puede nuestro ánimo trasladarlas a las situaciones que se nos presenten. Mediante el arte, el ánimo se ve llevado por todo paraje: algo considerado como poder y eficacia esencial del arte” (Hegel, 2015, pp. 70-71).
El pensamiento estético de Hegel realiza una diferencia entre lo bello natural y lo bello artístico. Para él lo bello artístico es superior porque en él está presente el espíritu, la libertad, que es lo único verdadero. Lo bello en el arte es belleza generada por el espíritu. El espíritu es el fin último de conocimiento. Por otro lado, dentro del campo de la estética o filosofía del arte, Hegel distingue entre arte libre y arte servil. El arte servil tiene fines ajenos a él. Es el arte libre el que será objeto de estudio, ya que tiene fines propios, es libre y verdadero, porque es un modo de expresar lo divino de manera sensible. Por otro lado, al hablar sobre la apariencia en lo real y de la apariencia en el arte refiere que, en su calidad de ilusión, el arte no puede separarse de toda la realidad. La apariencia le es esencial al espíritu, de manera que todo lo real será “apariencia” de este. Existe una diferencia entre la “apariencia” en lo real (se presenta como verdadera) y la apariencia en el arte (se presenta como ilusión, le quita al objeto la pretensión de verdad que tiene en la realidad y le otorga una realidad superior, hija del espíritu). Aunque la idea se encuentre tanto en lo real como en el arte, es en este último en donde resulta más fácil penetrar en ella.
La obra de arte genera en nosotros, además del goce inmediato, el pensamiento y la reflexión; genera en nosotros juicio, y este va a tener como objetivo el conocer el arte, el espíritu que en él se aparece, su ser ahí. La verdadera tarea del arte es llevar a la conciencia los verdaderos intereses del espíritu… Según Fernando Huescar (2020): “Lo que Hegel llama las formas de arte simbólica, clásica y romántica, son crecientes modos en que la imagen artística se carga de autoconocimiento humano y, concomitantemente, de una cosmovisión que contempla al ser humano como el agente creador de valores, conceptos, instituciones, saberes y técnicas por excelencia”.
Por sus características especiales vale la pena mencionar ciertos detalles de la forma simbólica: es un mero buscar la forma para un contenido que aún es indeterminado. La figura es deficiente, no expresa la idea. El hombre parte del material sensible de la naturaleza y construye una forma a la cual le adjudica un significado. Se da la utilización del símbolo y este, en su carácter de ambiguo, llenará de misterio todo el arte simbólico. La forma es mayor que el contenido. Hegel relaciona esta forma artística con el arte de la arquitectura, esta no muestra lo divino sino su exterior, su lugar de residencia.
“Hegel redujo toda la realidad al poder humanizarte del espíritu absoluto” (Kearney, p.186). Reafirmando al filósofo, es necesario hacer conciencia de la intercausalidad (interdependencia en Oriente), de las leyes de conexión universal objetiva, de la lucha y la unidad de los contrarios y de las transiciones y las transformaciones de la naturaleza y la sociedad porque como bien expresó Hegel “de la totalidad de todos los aspectos del fenómeno, de la realidad y de sus relaciones recíprocas, de eso está compuesta la verdad” que tanto anhelamos encontrar. “El fin último del arte es exponer el fin último absoluto” (Hegel, 2015, p.79).