Tertuliano Máximo Afonso es el nombre de un profesor de Historia quien por recomendación de un colega alquila una película titulada: “Quien no se amaña no se apaña” en la que uno de los personajes de dicho film es sorprendentemente idéntico a él. Ante la comprobación de semejante parecido, el maestro quedó devastadoramente impactado.
«El Hombre Duplicado» es una obra genial del Nobel de literatura José Saramago en cuyos relatos se adentra en complicadas tramas existenciales de los personajes, en particular de Tertuliano Máximo Afonso y Antonio Claro, su doble al calco, hasta llegar a un desenlace que no viene a cuento aquí contar.
A propósito de estos sosias de la obra de Saramago, en estos días escuchaba yo algunos audios con las declaraciones que circulan por las redes sociales en los que el presidente Danilo Medina aparece renegando de la reelección y a la que la tipifica como uno de los peores males de la democracia y del sistema de partido y asegura que por razones políticas, económicas y de corrupción no hay condiciones para abordar con seriedad ese desdichado tema, por lo menos en los próximos 20 años.
Al ver y escuchar esos videos me pareció que se trata de otro Danilo, de un duplicado al que nos gobierna hoy, aquel, el de hace tres años, es un visionario que con mejor precisión conceptual ha explicado los males de la modificación de la constitución desde el poder para permitir la reelección al presidente de turno; el de ahora, si no ataja esta marcha pretoriana contra la constitución, podría quedar como un hombre que en lugar de caminar sobre el sendero de la coherencia, podría situarse como un hombre que tuvo una crisis de éxito y no pudo con ella.
Algunos albergan la esperanza de que no se trate de un duplicado, que no sea una dualidad existencial; muchos sectores esperan que sea el mismo hombre que solo trata de maniobrar en un complejo entramado político partidario, que pulsea por ampliar su correlación de fuerzas en el PLD o quizás por experiencia ajena, incluida la de su compañero Leonel Fernández, evita a toda costa la soledad del poder. Como lo dicho por Saramago “Lo que más abunda hasta el punto de que ya no nos causa sorpresa, son personas sufriendo con paciencia el minucioso escrutinio de la soledad, como fueron en el pasado reciente, ejemplos públicos” (….)
En estos momentos la economía del país esta semiparalizada ya que muchos sectores esperan el desenlace de este lío político-jurídico. El partido de gobierno anda en cámara lenta, algunos con la fuerza que da el poder sacan la cabeza dentadura al aire como alfas de la manada, otro andan agazapados al acecho de los que se oponen a la reforma constitucional, y todos sospechan de todos.
Hay gente que se pregunta: ¿Era necesario este estado de cosas? ¿Es de inteligentes forzar una situación en la que desde el principio se sabía que sería traumático? ¿Es de sensatos dividir la sociedad? ¿Qué ventaja tiene rajar por la mitad un partido de gobierno?
El presidente y su equipo aún están a tiempo de evitar que en lugar de un Danilo duplicado, prevalezca un hombre coherente, digno de ser recordado en la grandeza y no en el oprobio constitucional, que su nombre no quede incluido en una triste lista de hombres que por supuesta aclamación del pueblo decidieron patear el orden institucional, y de cuyos nombres no me quiero acordar.