El salmista decía que tenía una herencia, un legado permanente, que era el regocijo de su corazón: el debido proceso establecido por Dios (Salmo 119:111).
Él conocía el debido proceso, establecido en la Torah y andar en él no era nada gravoso; todo lo contrario, implicaba alegría.
Dios nos ha dejado establecido, como un legado, la forma en que debemos aplicar Sus Mandamientos, para que nos vaya bien, para que podamos vivir en gozo, en esa seguridad interna, por la confianza que ha sido depositada en nosotros, para con Él, que nos permite permanecer inconmovibles.
Que hoy vayamos a su presencia, con un corazón humillado, indagando en qué área estamos aplicando nuestras propias maneras e irrespetando el método de Dios, para que retomemos, sin dilación, lo que Dios dice al respecto.
Es mejor renunciar a todo lo que no está conforme al orden de Dios, que sostenerlo y permanecer devengando las consecuencias de ello, siendo la primera, la pérdida del gozo.
Recordemos siempre:
Son dichosos los que guardan el debido proceso y de todo corazón buscan a Dios. Salmo 119:2
Lea a continuación: Una amistad con Dios
Es lamentable ver cómo muchos empiezan con gran entusiasmo a orar, pero poco a poco van apagándose, hasta que llega un momento en que no vuelven a hacerlo más. Esto, lamentablemente, sucede a diario, porque la forma en que buscamos a Dios no es la apropiada. Pensamos que Él tiene que respondernos cuando queramos; que tiene que darnos todo lo que le pedimos. Es decir, la intención con que Lo buscamos es simplemente para pedirle, y no para ser
Sus amigos.
Por eso, pocos alcanzan a hacerse amigos. Pues para alcanzar esta estatura tenemos que cambiar de mentalidad, ya que hemos creído que solamente se Le pide y más nada. Él está buscando aquellos gozosos de establecer una relación íntima, la cual solamente los amigos pueden alcanzar.
Cuando existe esta relación, Dios nos da mucho más de lo que necesitamos sin necesidad de pedirle; porque reconoce que la intención no es como la de los demás, sino de alguien que ha sabido valorar la verdadera amistad, siendo fiel y confiando en Él.