Ha despertado gran revuelo, más de lo esperado, la propuesta de reforma constitucional anunciada por el presidente Luis Abinader Corona. No es la primera ni la última vez que se lleva a cabo una reforma constitucional. Ninguna Constitución por encomiable y progresista que sea es perenne, libre de reformas. Siempre habrá causas de modificación, de experiencias vividas que la demande por razones de interés general o interés político y porque los pueblos evolucionan, se desarrollan, aprenden y demandan el cambio debido siendo la Constitución la Ley Suprema del Estado que toda persona, sin importar su rango, está obligada a respetar y obedecer.
Este introito, que parecería necio o innecesario, responde a voces desaforadas opuestas a la reforma “preocupados por los problemas nacionales” que no tienen relación alguna con lo propuesto: unificar las elecciones y darle independencia institucional a la Procuraduría General de la República (ojala preservara su nombre) designado por un organismo independiente, no por un gobernante de turno, bajo su control y dependencia.
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Lo que motiva y llama la atención de este escrito no es que un vocero cualquiera del desacreditado PLD se oponga a la reforma constitucional; sino que una figura de la talla del Dr. Leonel Fernández ex presidente de la Republica y presidente – fundador del partido “Fuerza del Pueblo” manifieste su radical oposición a la reforma porque “La Constitución se respeta”, lo que nadie discute. Pero habrá que recordarle que siendo presidente de la República, en su segundo periodo, no solo le faltó el debido respeto a la Constitución, sino que la violó, impúdicamente, lo establecido en la Constitución vigente.
Resulta que confiado en que su propuesta de “reforma” tendría el apoyo popular designó un equipo de reconocidos profesionales del derecho para realizar una encuesta asumiendo que la opinión de la mayoría favorecería su propósito de que fuera la Asamblea Revisora y no una Asamblea Constituyente la que aprobara su Constitución. Pero no fue así por un claro motivo. La Constitución por él propuesta contenía un total de 277 artículos, más 20 disposiciones transitorias. O sea tenía 151 artículos inexistentes en la Constitución vigente que apenas contaba con 126 artículos. Uno de ellos ordenaba: “La reforma instituida en la Constitución requiere la ratificación de la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas con derecho electoral mediante un plebiscito, una vez votada y aprobada por la Asamblea Revisora”.
Leonel Fernández irrespetó ese mandato constitucional. Desconoció la doctrina: “Los preceptos constitucionales deben ser interpretados no solo en lo que ostensiblemente indican, sino también de los que resulta implícito en ellos”. Logró su objetivo. Su Constitución fue conocida y aprobada únicamente por la Asamblea Revisora y proclamada por el Congreso Nacional el 26 de enero del 2010, natalicio de nuestro patricio Juan Pablo Duarte.