El escapismo y matrimonio de los jóvenes

El escapismo y matrimonio de los jóvenes

José Miguel Gómez

El matrimonio en adolescentes y jóvenes con personas más adultas está aumentando; se reproduce más en aquellas familias y jóvenes que viven en sistema de carencias o de pobre acceso al desarrollo social. Las causas de esta dolorosa y frustrante problemática es multifactorial. Por ejemplo, cientos de jóvenes se ven obligados a contraer matrimonio con adultos para obtener medios de subsistencia, para tener más “libertad”, independencia, o poder adquisitivo para comprar ropa, celulares, comida, etc.
Otros jóvenes lo hacen debido a que no encuentran un empleo, o una oportunidad para pagar sus estudios. Sin embargo, la pobreza y la marginalidad obligan a muchos jóvenes a tener que mudarse o contraer matrimonio con adultos para ayudar a sus familiares, para mejorar la vivienda, o mejorar las condiciones de vida. Pero otros de los indicadores no tan visibles son las condicionantes de los conflictos con los padres, la violencia intrafamiliar y las presiones sociales y de grupos que lleva a los jóvenes a buscar escapar de sus duras realidades, teniendo que casarse para sobrevivir, debido a que no cuentan con las habilidades o destrezas para solucionar de forma sana e inteligente sus estresores psico-sociales.
El matrimonio en los jóvenes ha representado una de las causas de la deserción escolar y universitaria. Pero también, afecta el proyecto de vida, su desarrollo psico-social y emocional. Al contraer matrimonio las jóvenes se embarazan o por estar embarazadas tienen que casarse, empezando una maternidad o paternidad temprana que en la mayoría de los casos no están preparadas para asumirla con responsabilidad, teniendo los padres que ser abuelos y padres de sus nietos.
Pero el mayor impacto que tiene el matrimonio en los jóvenes es, que sin darse cuenta, el adulto que se casa establece una relación “amo-esclavo” o del nuevo esclavismo moderno donde se facilitan las cosas materiales a cambio de controles, sexo, servicios, limitaciones, posesión y un sentido de pertenencia que lleva a desconocer los derechos de los jóvenes. Esa nueva esclavitud posmoderna la viven cientos de jóvenes que contraen matrimonio con adultos que por las diferencias de edades pueden ser padres o abuelos de ellos; convirtiéndose en una dura realidad que estructura más pobreza y mayor infelicidad.
Si se establece que en nuestro país el 46% de los matrimonios en adultos terminan en divorcio, siendo Santo Domingo, Santiago y La Vega las ciudades de mayor impacto. El riesgo de separación, desintegración o divorcio en la población joven con el tiempo puede ser mayor, o por lo menos de mayor riesgo hacia los conflictos maritales, las desavenencias y las crisis dada la inmadurez.
Los jóvenes deben de estar preparados antes de contraer matrimonio: alcanzar la madurez, el trabajo estable, terminar los estudios universitarios o, lograr su autonomía, sus propósitos de vida y proyectos. Pero también, tiene que aprender a elegir parejas sanas, responsables, funcionales, que asuman valores, compromisos, proyecto de pareja y de familia.
El matrimonio o la vida en pareja es parte de la salud mental, del bienestar social y de felicidad, a través del amor, el afecto, el vínculo y el compromiso de compartir con equidad marital un proyecto de dos personas.
Duele mucho tener que observar a muchos jóvenes contraer matrimonio por escapismo de la familia, de su propia vida, o de las condicionantes socioeconómicas que empujan a la toma de decisiones no elegidas de forma consciente, reflexiva, ni en libertad.
Los jóvenes tienen que reflexionar, y no desesperarse, ni actuar por presiones o por la cultura de la prisa o de la sociedad desechable ni relativista. Cada quien debe elegir su proyecto de vida; organizarlo y tener la fortaleza emocional como jóvenes para responder a las adversidades de forma estable, racional y reflexiva. Las medidas equivocadas y las decisiones precipitadas que se asuman en el presente, influyen en nuestras vidas en los próximos años y para toda la vida. Que pare el matrimonio con adolescentes y jóvenes, y que se puede legislar prohibiendo el matrimonio infantil y educando en la familia, la escuela, las iglesias para que los jóvenes en edades tempranas pospongan el matrimonio. El escapismo es un modelo social reproducido en toda Latinoamérica donde cientos de jóvenes entran a mayores riesgos sociales sin tener la capacidad ni las habilidades para aprender a resolver problemas de forma saludable e inteligente.

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