Si buscáramos en el presente “un nuevo Balaguer” nos encontraríamos con Leonel Fernández, quien casi copió al dedillo las tácticas y estrategias del anciano líder, con excepción del uso del erario y los préstamos, porque Balaguer manejó los fondos públicos con criterio de pulpería o colmado barrial, pero el inaugurismo, la repartidera de regalitos, comida y limosnas mensuales a los pobres siempre estuvo a la orden del día junto a los relumbrones de obras faraónicas como el Faro a Colón y otras que impresionan a los humildes como ahora el Metro y los teleféricos donde, previo a las elecciones, montan gratis a miles de curiosos ciudadanos para deslumbrarlos y conseguir votos con la novedad y la ignorancia
El presidente Abinader no ha tenido reparos en copiar a Balaguer y a Leonel en sus afanes reeleccionistas, con la ventaja de que es una aspiración protegida por la actual Constitución y está dando el mismo veneno como medicina para convencer a miles de votantes ingenuos de que “cuatro años no alcanzan” para disfrutar del poder.