La definición de partido remite a una institución organizada que pretende ser duradera y estable desde el poder, conforme a la definición de Abal Medina –“Manual de Ciencia Política”-, que busca explícitamente influir en el Estado, generalmente tratando de ubicar a sus representantes reconocidos en posiciones del Gobierno, a través de la competencia electoral o procurando algún tipo de sustento popular.
El PRM, gobernante desde agosto del 2020, ha dado cumplimiento a los cuatro requisitos básicos para la existencia de un partido político, estudiados por los politólogos LaPalombara y Weiner (1966), quienes mencionan “la voluntad deliberada y consciente del grupo para conquistar, ejercer y conservar el poder político”. Y, precisamente, retener el poder más allá del 2028, representa el mayor desafío del oficialismo en su novel historial de una década.
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Creo que fue relativamente fácil para el partido reelegir al presidente Luis Abinader en los comicios pasados dada la debilidad de la oposición, pero el mensaje político del ingeniero Deligne Ascención en su reciente conferencia titulada, “El País que Construye Luis”, contiene una temprana advertencia hacia los potenciales cabecillas de grupos internos que pugnan desde ahora por la nominación presidencial, pues pudieran poner a prueba la estabilidad y permanencia de la organización en el poder.
Contundente, afirmó que nadie está por encima del pueblo ni del partido, y fue reiterativo al destacar que el PRM enfrenta dos desafíos fundamentales para mantenerse gobernando la nación: primero, respaldar el proceso de profundización de los cambios y reformas del presidente Abinader y, segundo, ratificar el proceso de elección partidaria del 2026, preámbulo de los comicios del 2028.
Deligne Ascención tiene méritos para hablar en términos tan puntuales y categóricos, porque integra la élite fundacional del PRM 2014, desempeñando desde entonces la secretaría nacional de organización; es actualmente ministro de Obras Públicas y hombre del círculo íntimo del primer mandatario. Quizá habló en su nombre, pero esto es pura especulación.
Su mensaje adquiere mayor notoriedad frente al hecho político grave de que el PRM presenta actualmente un déficit de figuras presidenciables, dato contradictorio con la referencia histórica de que los candidatos presidenciales ganadores del poder mediante el sufragio universal han sido fraguados en las grandes lides nacionales, a veces como caudillos, dentro de sus respectivas organizaciones, desde Balaguer hasta Abinader. Este último, si bien proviene profesionalmente del empresariado, desarrolló su liderazgo eficiente dentro del escindido PRD y lo afianzó tras la elección del 2016. Las redes sociales le han quitado magnetismo a la guerra interna.
Coincido con Ascención respecto a que la fortaleza estructural, la unidad partidaria y la labor institucionalista y constructiva del Gobierno, convierten a esa organización en la primera fuerza política y social del siglo XXI en la República Dominicana y la región. Y eso hay que preservarlo.