El valor de un monumento, ¿es histórico o artístico?

El valor de un monumento, ¿es histórico o artístico?

Aprovechando el interés creado por una serie de artículos, coordinados por Areíto, donde se destaca una interesante polémica entre varios profesionales de la restauración de monumentos, creo oportuno hacer algunas reflexiones sobre dos conceptos contradictorios : Conservar y Restaurar.

 A pesar que el debate se focaliza en  si demoler o conservar la muralla de la Fortaleza Ozama del 1937, me parece que estas reflexiones podrían servir a crear conciencia general sobre el tema.

La historia de la restauración no puede ser escrita sin subrayar la importancia de los ensayos de Alois Riegl, sobre todo el texto: «Der Moderne Denkmalkultus, sein wesen und seine entstehung» del 1903.

La importancia fundamental de los escritos de Riegl es que se colocan en un momento durante el cual el debate entre restaurar y conservar tenía como protagonistas personalidades como Violet Le Duc, J. Ruskin, W. Morris etc.

Riegl comienza dando  la definición de monumento diferenciando  el  intencional del  histórico-artístico. El monumento intencional es aquel que tiene la función de recordar un evento o un personaje del pasado.  Los monumentos históricos y artísticos son aquellos que testimonian la cultura del pasado en sentido general.

El ensayo describe  conceptos como «valor artístico» y » valor histórico».

El valor histórico  es la razón que para nosotros asuma significado cualquier evento trascendente que pueda ponernos en contacto con la cultura del pasado. El valor artístico es relacionado al concepto de «Kunstwollen» (voluntad de arte) por eso no existe ningún momento de la producción artística del pasado que prevalezca sobre otras.

Riegl examina a través de la historia el modo como asumen significado estos valores, introduciendo  una serie de nuevos valores entre estos el  «valor de lo antiguo», que   es el máximo grado de conocimiento que el hombre puede poseer  frente a la cultura del pasado.

Estos valores están divididos en dos  grupos;  «Valor como Memoria» (que relaciona el pasado a través de los valores artísticos, históricos y valores de lo antiguo); otro grupo se relaciona con los valores «contemporáneos» y estos son : «valor de uso», «valor de novedad» y «valor artístico relativo» positivo o negativo.

Por ejemplo: si observamos un monumento degradado, las marcas o señas del paso del tiempo, desde el punto de vista del valor histórico, son indiferentes o más aún elementos de disturbio. Según el valor histórico el monumento debe ser analizado como obra humana, no como obra humana modificada por la naturaleza. Se debe entonces verificar una idea de reconquista del original, que comporta la eliminación de los elementos de degradación que son típicos en vez del valor de lo antiguo.

Riegl sostiene  que el valor histórico se debe actuar con palabras o con pensamientos, nunca sobre el monumento directamente, o sea  que el interés por el valor histórico no legaliza a ninguno a la eliminación de los elementos de degradación.

Hablando del valor de uso;  ciertamente entra en conflicto con el valor histórico y con el valor de lo antiguo; el valor de uso propone una serie de modificaciones que conducen el monumento hacia una nueva posibilidad funcional. Riegl analiza tres casos: el caso en el cual el edificio pierde toda posibilidad de utilización; en este  caso no existe conflicto entre los diversos valores, y el edificio va  conservado.

Segundo caso, edificios que han conservado totalmente la función original, el conflicto no existe porque se puede limitar a la manutención  que son necesarias para el valor de uso, y que garantizan el valor histórico y el valor de lo antiguo.

El conflicto, (tercer caso)  está en aquellos edificios que no han conservado integralmente sus funciones originales y que deben ser recuperados.

Riegl no esconde el hecho que la conservación del valor histórico y del valor de lo antiguo no pueden prescindir del valor de uso.

A proposito de conflictos de valores: Riegl habla de valor artístico relativo positivo y negativo; a propósito del valor artístico relativo positivo, Riegl da un ejemplo con un cuadro de Boticelli que haya sido retocado en época barroca, en este caso no hay dudas, los retoques serán removidos para dar, a través del valor positivo que reconocemos en el cuadro de Boticelli, su aspecto original, su clave total de lectura. Pero cuando, por ejemplo, nos encontramos delante de agregados decorativos barrocos en un edificio medieval, podemos encontrar un valor relativo que no aconseja la eliminación de esas  decoraciones.

Los escritos de Alois Riegl son de grán interés para nuestra reflexión porque mueven el debate  «restaurar o conservar» a la reflexión teórica que esta diciplina ha sistemáticamente olvidado en nuestros tiempos.

Nosotros sabemos que en realidad detrás del debate, se esconden problemas de otra naturaleza. La verdad es que al centro de la discusión se enfrentaba el papel de la história, la operabilidad, en otras palabras la capacidad didáctica de la história.

Como profesional especializado en la restauración de monumentos y centros históricos, de formación italiana, estoy inclinado a la conservación de la muralla de la Fortaleza Ozama, construída en el 1937.  A parte de las posiciones en favor de su conservación, expresadas por colegas en artículos precedentes, deseo agregar  que, en Italia, (legge 1089, del 1939), se protege toda estructura ubicada en centros históricos, luego de cumplir 50 años, incluyéndola en el catálogo de los monumentos como bien cultural y protegido por derecho de ley.  Debemos reflexionar al respecto,  para proteger  así estructuras que ya forman parte de nuestra  historia y que pudieran perderse, como  otras tantas lo han hecho, para la posteridad.

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