¿Estamos mejor?

¿Estamos mejor?

Guido Gómez Mazara

Cuando las ideologías dejaron de conducir la orientación electoral de los ciudadanos, el factor económico y la mejoría o deterioro del nivel de vida pasó a determinar las causas de éxito o derrota política.

Por años, pero fundamentalmente en la medida que los organismos internacionales asumen la tarea de evaluación en el comportamiento de las finanzas públicas, la aspiración macroeconómica representa la meta para funcionarios y técnicos, asumiendo que las cifras pura y simplemente se traducen en retrato del bienestar. Y no es así. En esencia, el modelo económico dominicano exhibe una innegable consistencia en los porcentajes de crecimiento que, irónicamente, no reduce el factor desigualdad y pobreza.

Es lógico que la actual administración construya argumentos optimistas alrededor del desempeño de sus finanzas. Propalan las clásicas tendencias comparativas de que vamos mejor que otros países. Eso sí, al ciudadano que votó a favor de la opción del PRM poco le importa el afán de distinguirnos de naciones cercanas porque siente las urgencias del día y un proceso inflacionario que redujo su poder adquisitivo y limita sustancialmente el acceso a una educación de calidad y servicios públicos eficientes.

Lo Justo es que, el principal desafío del año 2023 consista en salir ilesos de las políticas de endeudamiento, batallar contra la inflación, mejorar el salario y reducir el costo de la canasta básica. En definitiva, las condiciones financieras en agosto del 2020 provocaron la creación de mecanismos alternativos para que la alianza público-privada y los fideicomisos, dieran un respiro y posibilidades de lidiar con una estrechez financiera lacerada por el COVID y el conflicto Ucrania/ Rusia.

Lo lamentable es que la agresiva promoción de una mejoría en la economía, que descansa en un crecimiento de 5% y los factores alentadores reflejados en zonas francas, remesas y turismo, chocan con el componente de mayor perturbación y materia prima de crispación social: la profundización de la desigualdad.

En el gobierno no se tiene una real interpretación de lo qué pasa en el callejón, patio y barrios. Creer que la fuerza de lo estrictamente mediático resuelve los problemas del estómago y bolsillos es una torpeza.
Si desea saber lo bien o mal que estamos, un tour por colmados, supermercados y almacenes puede ser muy útil. ¡Por favor, háganlo!

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