El Directorio Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional (FMI) concluyó la consulta del Artículo IV con la República Dominicana, y consideró y aprobó la evaluación preparada por el personal técnico sin realizar una reunión.
Un historial de sólidas políticas y firmes marcos de políticas institucionales han ayudado a la República Dominicana a lograr un crecimiento económico robusto y resiliente con una baja inflación en las últimas dos décadas.
Políticas eficaces contribuyeron a una moderación del crecimiento que facilitó el debido retorno rápido y sostenido de la inflación a su nivel meta el año pasado y, posteriormente, apoyaron la recuperación, mientras que la estrecha vigilancia del sector financiero respaldó la estabilidad macrofinanciera.
Las mejoras previstas de los marcos de políticas y la profundización de las reformas estructurales en particular las reformas integrales en el plano fiscal y en el sector eléctrico tienen el potencial de seguir promoviendo la estabilidad, la competitividad y el crecimiento inclusivo.
Luego de una fuerte recuperación después de la pandemia, el crecimiento económico se desaceleró a 2,4 por ciento en 2023 debido a condiciones financieras globales e internas más restrictivas, una débil demanda por exportaciones y factores internos transitorios principalmente de índole climática.
La desaceleración del crecimiento, sumada a la disminución de los precios de las materias primas, hicieron que la inflación convergiera más pronto de lo previsto hacia el rango meta (4±1 por ciento).
En respuesta, el Banco Central de la República Dominicana (BCRD) redujo de forma prudente y adecuada su principal tasa de política monetaria, permitiendo una mayor flexibilidad cambiaria y aumentando sus intervenciones cambiarias para suavizar la volatilidad diaria del tipo de cambio. Asimismo, la política fiscal fue prudentemente ajustada para ayudar a la economía.
El déficit en cuenta corriente en 2023 se redujo marcadamente a 3,6 por ciento del PIB y se financió en su totalidad con flujos de inversión extranjera directa (IED). El sector financiero supo sortear bien el período de restricción de la política monetaria y menor crecimiento, y se encuentra debidamente capitalizado y rentable.
Apoyado en la solidez de las políticas y los fundamentos macroeconómicos, las perspectivas son positivas pese a la elevada incertidumbre, principalmente global. Para 2024 y en el mediano plazo, se proyecta que el crecimiento del PIB real se sitúe en torno a su tendencia de largo plazo de 5 por ciento, con la inflación alrededor de la meta de 4 por ciento.
Se proyecta que el déficit en cuenta corriente se reduzca gradualmente hasta menos de 3 por ciento del PIB y siga financiándose en su totalidad con IED.
Los riesgos a corto plazo para el desempeño económicoderivados de las condiciones financieras mundiales más restrictivas, las tensiones geopolíticas y los precios volátiles de las materias primas se han moderado desde el año pasado, pero permanecen elevados y sesgados a la baja.
A mediano plazo, los riesgos están más equilibrados con sesgos al alza si las principales reformas son implementadas con éxito.
Evaluación del Directorio Ejecutivo
Al concluir la consulta del Artículo IV de 2024 con la República Dominicana, los directores ejecutivos avalaron la evaluación del personal técnico en los siguientes términos:
Un historial de sólidas políticas y firmes marcos de política institucionales han ayudado a la República Dominicana a lograr un crecimiento económico robusto y resiliente con una baja inflación en las últimas dos décadas. Políticas eficaces contribuyeron a una moderación del crecimiento que facilitó el debido retorno rápido y sostenido de la inflación a su nivel meta en 2023.
Las autoridades proporcionaron apoyo oportuno con políticas para apoyar la recuperación mientras que monitoreaban con atención el sector financiero. La posición externa mejoró de forma significativa en 2023 y fue congruente con los fundamentos económicos y con las políticas recomendadas.
Las perspectivas son positivas pese a la elevada incertidumbre, principalmente global. Para 2024 y los años siguientes se proyecta que el crecimiento del PIB real se sitúe en torno a su tendencia de largo plazo de 5 por ciento, con la inflación alrededor de la meta (de 4±1 por ciento). A mediano plazo, se proyecta que el déficit en cuenta corriente, que se espera se financie en su totalidad con IED, se reduzca gradualmente.
A corto plazo, predominan los riesgos a la baja por ejemplo, que Estados Unidos mantenga una política monetaria más restrictiva durante más tiempo, que se intensifiquen los conflictos regionales o se produzcan fenómenos meteorológicos locales extremos pero están más equilibrados en el mediano plazo y algunos se inclinan al alza si las reformas se ejecutan exitosamente. Los niveles de espacio existentes, la ampliación de los planes contingentes y la formulación firme y ágil de políticas pueden ayudar a hacer frente a choques adversos.
A corto plazo, las prioridades en materia de políticas deben permanecer enfocadas en mantener la estabilidad macroeconómica y financiera, las cuales incluyen incrementar la flexibilidad del tipo de cambio.
La normalización de la política monetaria puede continuar, en vista de que aún hay holgura en la economía y que la inflación está firmemente situada dentro del rango meta.
Es preciso seguir priorizando las medidas orientadas a agilizar la recapitalización del banco central con el fin de reforzar su autonomía. Deben proseguir los esfuerzos para profundizar el mercado cambiario, ampliar el uso de mecanismos de cobertura y limitar las intervenciones cambiarias a los choques importantes que provoquen cambios desestabilizadores en las primas de cobertura y financiamiento, con el fin de seguir respaldando la flexibilidad del tipo de cambio y, con ello, mejorar aún más la eficacia del régimen de metas de inflación. Aunque las reservas internacionales son en general adecuadas de acuerdo con los indicadores tradicionales, es necesario acumular reservas adicionales para aumentar los espacios para hacer frente a futuros choques.
La política fiscal debe seguir centrada en reponer el espacio fiscal y en atender los gastos esenciales. La ley de responsabilidad fiscal y su implementación prevista son bienvenidas y constituyen pasos importantes con miras a anclar aún más las políticas a mediano plazo y seguir garantizando la sostenibilidad de la deuda.
La consolidación fiscal gradual prevista por las autoridades, acorde con dicha ley, es adecuada para posicionar a la deuda en una firme trayectoria descendente y crear espacio fiscal. Resulta imperiosa una reforma fiscal integral que aumente de forma duradera los ingresos fiscales—mediante la eliminación de exenciones tributarias y la ampliación de la base impositiva— y mejore la eficiencia del gasto, sobre todo con una reducción de los subsidios al sector eléctrico y las transferencias no focalizadas. Así, se creará espacio para el necesario gasto en desarrollo (incluyendo en infraestructuras resilientes a los desastres) con miras a promover el crecimiento inclusivo.
El sector financiero sigue siendo resiliente y está debidamente capitalizado; asimismo, deben mantenerse los esfuerzos destinados a modernizar el marco regulatorio congruentes con las normas internacionales más recientes. El sector supo sortear bien el período de tasas de interés altas y bajo crecimiento en 2023.
Las pruebas de estrés muestran que el sector bancario está en condiciones de absorber choques diversos. En vista de las tasas de interés más altas por más tiempo y repuntes previos del crecimiento del crédito, sigue siendo necesario mantener un monitoreo cuidadoso para contener cualquier acumulación de vulnerabilidades. La modernización del marco regulatorio financiero y prudencial, unida a la ampliación del conjunto de herramientas macroprudenciales y al cierre de las brechas regulatorias y de supervisión (incluidas las cooperativas de ahorro y crédito), incrementará aún más la resiliencia del sector financiero.
Los esfuerzos en curso para mejorar las instituciones públicas y el clima empresarial son esenciales para preservar la firme trayectoria de inversión y crecimiento. Para afianzar más el marco de la política fiscal y la eficiencia del gasto y el ingreso, corresponde continuar mejorando la gestión financiera pública y reforzar más la administración de ingresos públicos.
Las reformas educativas y del mercado laboral, junto con nuevas mejoras de los logros sociales y la adopción de políticas de adaptación y mitigación climática, serán cruciales para apoyar el crecimiento inclusivo y resiliente, y seguir reduciendo las vulnerabilidades. Las autoridades deben proseguir con sus esfuerzos con el fin de implementar plenamente el Pacto Eléctrico.