El Departamento de Estado no descubrió el helado en palito ni dijo nada que de este y aquel lado de la frontera no sepamos de sobra, ya que se trata de una situación conocida con la que llevamos lidiando, sin éxito, mucho tiempo, debido precisamente a la complicidad de las autoridades que en ambos países son las responsables de evitar el tráfico ilegal de personas, que incluye a mujeres y menores de edad que son explotatos en la prostitución y el turismo sexual.
La misma complicidad, es momento de recordarlo, que hace posible que cada año miles de embarazadas haitianas vengan a parir aquí, generando un enorme costo para nuestro sistema de salud que la comunidad internacional, con Estados Unidos a la cabeza, se niega a valorar en su justa dimensión a la hora de exigirnos mayores compromisos con la solución al “problema haitiano”.
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El informe del Departamento de Estado sobre trata de personas evidencia que las autoridades norteamericanas reconocen la magnitud de ese problema cuando señalan que la falta de institucionalidad en Haití es el principal escollo para enfrentar la trata de personas, ya que sus autoridades se cruzan de brazos. Pero lo mismo dice que ocurre de este lado, donde la Policía y los agentes de Migración actúan en connivencia con los traficantes.
No hay porqué dudar, conociendo la importancia que aquí le damos a los puntuales informes del Departamento de Estado, que Migración dará una “contundente respuesta” a esos señalamientos, sobre todo porque están de por medio nuestros vecinos. Cuyas autoridades, en medio del imparable proceso de disolución del Estado haitiano, hace tiempo que dejaron de mortificarse, de salir a defenderse o justificarse como hacemos nosotros, por esos llamados de atención del Imperio.
Y tienen razón al tomárselo de esa manera, pues al fin y al cabo en su caso particular ese “señor”, como dicen en los barrios dominicanos, “critica pero no mantiene”.