La retrospectiva del maestro José Cestero, presentada en el Museo de Arte Moderno responde a una necesidad de urgencia que esta institución cumple con el aporte de todo un equipo organizador, curatorial y museográfico que supo invertir y contribuir con todas sus competencias, y eso , se siente se ve y se disfruta en la totalidad de la muestra.
Las obras exhibidas , corresponden a una periodicidad de cuarenta años, temporalidad creativa donde el artista no cesó de imaginar ,soñar, deambular ,para ofrecernos la exquisitez de su factura, suelta , libre, inteligente, y empática. Así como lo es el mismo Cestero.
Pero, que nadie se equivoque en el conjunto de la presentación visual, podemos disfrutar de una cronología de obra y vida que confirman la fuerza intelectual y el pensamiento de este artista, implicada en el devenir de su país, comprometido con la gesta revolucionaria, constitucionalista y entregada a la democracia, porque sólo el proceso democrático hizo posible un artista como él.
Conocemos a Cestero en sus conversaciones sueltas e improvisadas, por las calles de nuestra Ciudad Colonial, sus palabras siempre van nutridas de reflexiones propias y demuestran con encanto sus conocimientos agudos de la historia del arte, del cine, de la música.
Su factura visual se mueve en todo el proceso del impresionismo, llevada a la inmediatez de la cotidianidad, sus pinceladas, sus brochazos, nos invitan a recordar el gesto interrumpido de la línea de los fauvistas , y sus transparencias aguadas nos llevan a los estanques, lagos y riachuelos de la escuela de Giverny. El es abierto a la vida, a la urbe, al movimiento humano.
Sabe honrar el ser humano desde la misma sublimación, porque para él cada individuo circulante por la calle lleva el duende de la imagen. El cojo, el bizco, el obeso, la mendiga o el mendigo, la marchanta, el doctor, representan para este artista del sentir humanístico y humano esa impresión de un duende , de una inspiración que aterriza en la tela.
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En esta balada visual , en ningún momento se pierde su personalidad técnica, lleva el resultado con el gesto y la materia pictórica, porque Cestero es un maestro en el trazo llevado desde el pincel sobre el lienzo con poca capa de pintura para arriesgarse con su resultado de luces y sombras.
Hay un misterio o una mística, la excelencia del resultado y de la factura con tan poca confluencia matérica. Sus obras confirman un ángel, un encanto de la sensación de vida. Los monumentos resaltan el peso de la historia urbana ,donde se testimonia el pasado y el presente del casco matriz de la ciudad de Santo Domingo y al mirar los cuadros sentimos inmediatamente, los ruidos, los olores, el sol y todos los elementos que le dan movimiento y vida a la imagen porque el artista tiene un don de sugerencia sensorial único.
Hemos visitado la exhibición con tres pretextos el personal , volver a la obra de un artista admirado y nutrirnos de un excelente muestrario para entonces lograr una visión de conjunto y debemos decir que gracias al aporte de los coleccionistas Viriato Pernas Piantini y César Miguel, podemos tener una exhibición muy matizada y puntualizada en sus diferentes momentos, reforzándose con los aportes de la fundación de arte Arawak en la persona de su presidenta Mildred Canahuate.
Sentimos un inmenso placer al ver las obras que conformaron todo un proyecto homenaje al Quijote, en el marco de las celebraciones internacionales del IV Centenario de la primera edición del Quijote, proyecto conducido y llevado por al gestora Verónica Sención en el 2005, encargándose entonces de escribir para el catálogo, experiencia fabulosa que nos permitió tratar al artista a fondo y llevar charlas inacabables en concluidas sobre la transferencia de las letras en las artes.
Nuestra segunda visita la hicimos un domingo para medir la resonancia en el público y debo confesar que nunca vimos una exhibición con una llegada permanente de visitantes solitario llevando con un ritmo muy concentrado la mirada a cada obra, detenida y profunda.
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También pudimos conversar con un grupo de franceses adinerados que vinieron desde Casa de Campo a conocer la obra del artista. Compartimos con ellos ese momento de simbiosis visual con Van Gogh, en una extensión muy divertida que convirtió el encuentro en una charla espontánea en francés sobre los “mimetismos” en el arte.
De esta conversación, nos queda el talento de Cestero en transmitir todas las honras a los maestros y saludar en sus lienzos la eternidad del arte.
Esta retrospectiva de Cestero ocupa dos necesidades, la primera, la urgencia para la ciudadanía de tener un museo que ponga la alcance de la sociedad sus maestros y la segunda , fomentar y multiplicar al público, creo que esta Retrospectiva lo está logrando pues hemos visto muchas familias con adolescentes y niños de poca edad , con sus padres, frente a una obra, abriendo un diálogo , compartiendo una impresión y ciertamente debemos trabajar justamente unidos al museo para que el mismo se convierta en un lugar de convergencia ciudadana.
Cestero le abre al museo una responsable dirección para seguir llevando muestras impecables como ésta, que estén al alcance de la gente.
Nos encantó que se tomara en cuenta el referente existencial del Maestro, al crear , “La Cafetera”, solo faltó el cafecito de máquina pero lo tomaremos con el artista en vivo y en el lugar para seguir hablando con él de sus sueños y conocimientos.