Juan Antonio Alix y sus décimas: una antropología cultural dominicanista

Juan Antonio Alix y sus décimas: una antropología cultural dominicanista

§ 9. Alix y su diccionario cultural cibaeño. No es únicamente el abundante y variado léxico mostrado por Juan Antonio Alix en el conjunto de las décimas conocidas hasta ahora en los tres volúmenes editados en 2023 por Andrés Blanco Díaz para el Archivo General de la Nación, sino también que dicho léxico constituye un diccionario de expresiones y signos lingüísticos de primera mano. Tesoro para el estudioso no ya de esa rica y variada lexicografía cuanto que de un modo cultural, histórico, político y antropológico de la colectividad cibaeña que debería estar orgullosa de exhibir un estado de la variedad de español dominicano pocas veces visto en el Caribe, Centroamérica y América del Sur, a no ser que se coloque en el mismo rango al lunfardo, a las linguas francas de la costa caribeña colombiana apalencada, a variedades del idioma en Panamá o las de la santería y cofradías secretas cubanas (yoruba-orishas, lucumí-yoruba, abakuá).

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§ 10.Fama de Alix. Aunque Rafael Brito en su Diccionario de criollismos (San Francisco de Macorís: Imprenta ABC, 1930) no cita el nombre de Juan Antonio Alix, la mayoría de las voces contenidas en su obra se encuentran en nuestro decimero. El trabajo de Brito lo completan el libro de Pedro Henríquez Ureña El español en Santo Domingo (Buenos Aires: Biblioteca de Dialectología, Universidad de Buenos Aires, 1940 [1975]) con el estudio de veintitrés escritores dominicanos que usan arcaísmos (incluido Alix) y los trabajos lexicográficos de tantos continuadores de esta labor filológica, tales como los de Emilio Rodríguez Demorizi, Ramón Emilio Jiménez, Manuel A. Patín Maceo, Miguel A. Piantini Morales; y, más modernamente las obras de los lingüistas formados a partir del libro fundador de Ferdinand de Saussure: los trabajos de Rafael Núñez Cedeño, los siete libros de Orlando Alba, especialmente el capítulo 8 titulado “Bibliografía del español dominicano”, en Cómo hablamos los dominicanos. Un enfoque sociolingüístico (Santo Domingo: Grupo León Jimenes, 2004), Historia y lengua. La presencia canaria en Santo Domingo. El caso de Sabana de la Mar (Santo Domingo: Patronato de la Ciudad Colonial, 2000) de Irene Pérez Guerra; así como los diccionarios de dominicanismos de Carlos Esteban Deive, Orlando Inoa y María José Rincón González. No me es posible en este corto espacio censar los innumerables libros, opúsculos, folletos y artículos sobre el español dominicano publicados en periódicos y revistas. Pero la fama local de Alix está asegurada. Y la exterior, por el no documentado ruego del filólogo Hugo Schuchardt, profesor en la Universidad de Graz, en Austria, quien, según Rodríguez Demorizi (Música y baile en Santo Domingo: col. Pensamiento Dominicano, Librería Dominicana, 1971, pp. 45-46), estaba vivamente interesado en 1884 en que se le enviaran las décimas del Cantor del Yaque. Noticia reproducida por Luis Beiro en el prólogo a los tres tomos de las décimas de Alix editados por Blanco Díaz. Schuchardt es personaje bien conocido por los filólogos y lingüistas científicos posteriores a Saussure debido a sus estudios sobre lexicografía, trabajos a los que alude nuestro Henríquez Ureña (El español en Santo Domingo, ya citado, p. 13). Para una mayor comprensión de la importancia de Schuchardt, véase el ensayo de Steve Pagel titulado “El árbol y las olas: Hugo Schuchardt ante la clasificación lingüística del siglo XIX. Revista argentina de historiografía lingüística XIII, I, 69-87, 2021. (Disponible en Wikipedia).

§ 11.El léxico de Alix y su significación. Se ha discutido bastante el origen histórico y filológico de la variedad de español cibaeño y su fecha de surgimiento. Aunque la discusión queda abierta y por más textos escritos que aparezcan, ilustrativos del habla cibaeña, la verdad es que su origen es oral, pero ¿cuándo surgió? No hay duda de que su rasgo principal es el cambio de la vibrante simple o múltiple [r] y de la líquida lateral o palatal [l] por la vocal [i]en posición mediana o final. Pero el asunto no se queda ahí. Es fácil determinar que el origen de este cambio ha debido comenzar a operarse con la llegada de maestros azucareros portugueses o gallegoportugueses en el inicio de la industria azucarera en los albores del siglo XVI en contacto con peones y trabajadores esclavos de los ingenios de los Diego Colón, Diego Caballero y demás españoles que incursionaron en este negocio. Que este cambio lingüístico comenzara en la parte Sur cercana a Santo Domingo donde estaban ubicados tales ingenios, es plausible. Pero que tal cambio lingüístico se trasladara exclusivamente al Cibao, donde no hubo ingenios azucareros a principio del siglo XVI, es algo misterioso, puesto que ya para 1550 la industria azucarera de los poderosos españoles, muchos de los cuales eran absentistas, había entrado en bancarrota debido a la prohibición del intercambio comercial interislas y Tierra Firme contemplado por la Casa de Contratación de Sevilla. Está documentado que donde hubo portugueses o gallegoportugueses en América apareció el susodicho cambio fonético, verbigracia Chile, donde en sus campos se dice, como en Cuba y Puerto Rico de los siglos XVIII y XIX, mai, pai, maire y paire por madre y padre o comaire y compaire por comadre y compadre. Un trasvase canario a través de maestros azucareros migrantes de lengua galaicoportuguesa no es desechable, pero estaría por demostrarse documentalmente. Obstáculo aparte de una oralidad perdida.

Sea como sea, el diccionario de Brito, uno de los documentos primarios que recoge los vocablos del habla cibaeña, es un paradigma de este cambio fonético de [r, l] por [i]. Pero ese no es todo, repito. A este cambio se le agrega lo que Fernando Ortiz en Etnia y sociedad (La Habana: Ciencias sociales, 1993 [1922, p. 100]) con su relente estetizante y normativo llama “las palabras, inglesas allí y aquí castellanas, son de origen europeo, aunque con horribles deformaciones o mutilaciones”. Las palabras cibaeñas o signos lingüísticos, desde que se entra en contacto con el diccionario de Brito, son “horribles deformaciones o mutilaciones”, pero para nosotros los lingüistas, que no llevamos en nuestra alforja ni la estética ni el etnocentrismo, son los necesarios medios para comunicarse en toda la región del Cibao, a lo que se le suma lo que nuestro Henríquez Ureña estudió y demostró como estadio arcaico del español dominicano que quedó atrapado y aislado del resto de la isla desde que en 1605 y 1606 se produjeron las devastaciones de Osorio ordenadas por el rey de España. Entonces, la pregunta que resuena por todas partes es ¿por qué en el Cibao únicamente? Este sociolecto no se contentó en su evolución con cambiar [r y l] por [i], sino que donde existe en posición inicial, mediana o final un diptongo (aparición de una vocal fuerte y la débil acentuada: verbigracia ai, ei oi uí, el hablante cibaeño, en un despliegue de autocorrección cambia estos diptongos por [r o l]. Ejemplo, el personaje de Alix en la décima “A la distinguida señorita María Eteucopio” (Blanco Díaz, 97-98): “me dio ese memo día/una noticia mur grata”. Aquí mur sustituye al diptongo [ui] de la palabra “muy”, adverbio de cantidad. O el caso inverso, como pongo en boca de un personaje de mi cuento “Epalyá” donde el cibaeño convierte el diptongo ai en [l] cuando pronuncia el apellido Espaillat y lo convierte, por el fenómeno de ultracorrección, en “Epalyá” (La sangre ajena. Santo Domingo: Santuario, 2011, p. 17 [2007]. Pero lo mismo ocurre con el diptongo ei, que el hablante cibaeño cambia por [r o l] en aceite, ya que el mismo fenómeno de ultracorrección puede elegir entre “acerte” o “acelte”, pero de preferencia el primer vocablo. Lo mismo sucede con los diptongos oi en “voy” cambiado por el hablante por “vor” o “vol”. O con úi en la interjección huy, que el hablante tiene la opción de cambiarla por “hur” o “hul”.

Esta décima de Alix “A la señorita…” es un mini-laboratorio del diccionario de Brito: “que tú benite a Gurabo” por “que tú viniste a Gurabo”; “pero aigo que me échate a mí” en vez de “pero algo me echaste a mí”; “y el corazón to puidrío” por “y el corazón todo podrido”; “Cuando yo te aculumbré” por “Cuando yo te columbré”; “y vi tu felesumía” en vez de vi tu fisonomía”; “ y ai beite ata lo dejé” en vez de “y al verte hasta lo dejé”; “Que ai ma valiente lo aplata” por “Que al más valiente lo aplasta”; “Te quieo poirque no ere sata/chanelosa ni jarica” en vez de “Te quiero porque no eres sata/sabichosa ni arisca” (no hay un solo diccionario de dominicanismos que traiga este cibaeñismo usado por Alix, quien lo aprendió del caló, posiblemente a través de sus amigos españoles de Santiago); “pero lo que má me guta/lo bueno que te deplica” en vez de “pero lo que más me gusta/lo bueno que te duplica”; “Y en ello te digo qué/si no te jace fachenda” por “Y en ello te digo qué/ si no te produce vanidad”. (Ningún diccionario de dominicanismos trae fachenda. Brito trae flochenda, pero fachenda es vanidad, jactancia); “por ei santo má bragao/ que no pondremo en etao/ante la caine tolienda” en vez de “por el santo más bragado/ que nos pondremos en estado/ ante las carnestolendas”; “ te quiero poique no ere sata”, verso repetido, pero en esta ocasión Alix se fue por la norma, “quiero” en vez de “quieo” y “poique” en vez de poirque, primera aparición (que sospecho es errata); “si a daime ei sí no te atreve/ agora lo que tú debe,/ pa yo bei que no ere empatica/ e sacaime deta trópica” en vez de “si a darme el sí no te atreves/ ahora lo que tú debes/para yo ver que no eres empática/ es sacarme de estos apuros”; “sin ninguna empeitunancia/ también le daré razón” en vez de “sin ninguna impertinencia/también le daré razón”; “En fin albejacamía/ tulipa de pecho sano,/ hoy te mando be amano/ a tu familia quería” en vez de “En fin albejaca mía,/ tulipán de pecho sano/ hoy te mando besamanos/ a tu familia querida”;“Como soy medio poeta/te mando mi preduciano” por “Como soy medio poeta/ te mando mi producción”; y, por último, “Y tocante a la cunteta/ la epero con prontitú” en vez de “Y con respecto a la contestación/ la espero con prontitud”. (Gurabo, 1881, durante el Gobierno de Meriño).

§ 12. Este pequeño muestrario es una prueba de lo complicado que resulta hoy para un estudioso encontrar las equivalencias de un sinnúmero de expresiones y vocablos arcaicos usados por Alix. No solamente eso, sino que el Cantor del Yaque, aunque no realizó estudios formales, el codearse con la intelectualidad santiaguera en aquellos dilatados años de su vida, así como con personalidades políticas de la época y con el pueblo llano de plazas, mercados, campos, pueblos y ciudades de provincias de su región, le aportaron un arsenal de conocimientos históricos, lingüísticos y culturales que le convirtieron en un hombre cultivado, sin proponérselo, ya que en todas las décimas donde le fue posible exponerlo, al igual que los trovadores medievales, se consideraba un pobre, un medio poeta. Prueba al canto es que en este estudio del léxico usado por Alix ha sido de una dificultad extrema encontrar esos vocablos en los diccionarios de dominicanismos e, incluso, en diccionarios tan respetados como el de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua Española en su edición de 2010. Verbigracia: albejaca, empatica, chanelosa, preduciano. En lo referente al título de la décima, lo más cercano a albejaca en el eje paradigmático es alberja -persona tonta- (Dicc. de americanismos, 76). En cuanto al título de la décima, lo más cercano a Eteucopio es estetoscopio. Ni aparece Eteucopio en los dos libros de Gutierre Tibón (Diccionario etimológico comparado de nombres propios de persona. México: Fondo de Cultura Económica, 1993 [1956] y Diccionario etimológico comparado de los apellidos españoles, hispanoamericanos y filipinos. México: Fondo de Cultura Económica, 1992 [1988]. Mucho menos en el santoral del Almanaque de Brístol. Por lo que concluyo que Alix imitaba el habla cibaeña cuando le convenía a sus propósitos burlescos, satíricos, métricos o encomiásticos. Cuando no, escribía en castellano arcaico o con cultismos y vocabulario científico deformado o no. Alix hubiese perfectamente escrito aibejaca, pero no le convenía. Al igual que en el incípito “Denje aquella bi, María/que tú benite a Gurabo”, Alix pudo escribir paladinamente “Desde aquella vez, María/que tú viniste a Gurabo”, pero prefirió la mímesis del regionalismo cibaeño. (Continuará).

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