(y 5)
§ 19. Mito de poder. El 9 de noviembre de 2014 escribí en Areíto lo siguiente acerca del tema cómo han percibido los poetas y escritores dominicanos a Haití y al sujeto haitiano y planteé que un trabajo similar debe realizarse sobre cómo los intelectuales, poetas y escritores haitianos han percibido a la República Dominicana y al sujeto dominicano desde el siglo XIX: «Por ejemplo, Juan Antonio Alix (1833-1918), el más importante de los poetas populares de aquel siglo, escribió “El dominicano y el haitiano”, una décima larguísima que es un pequeño curso de la historia de Haití en forma de diálogo entre un dominicano y un haitiano desde Toussaint a Boisrond Canal (Décimas, t. 1, pp. 199-212, Librería Dominicana, 1961).
«Todos los clichés usados por los dominicanos para discriminar a los haitianos están contenidos en este texto escrito en una especie de creole-español corrompido activado por el discurso de los dos personajes. Todo el saber de Alix acerca de la historia de Haití y la República Dominicana, pero más de Haití, está contenido en esta décima. Habría que ser un experto en creole del siglo XIX y de español dominicano y su variante arcaica cibaeña de la misma centuria para descifrar ese discurso.
«Los demás poemas haitianos que figuran en el t. 2 de las Décimas son variantes pálidas de este texto titulado “El dominicano y el haitiano”. Como no puedo analizar detalladamente cada una de las décimas del t. 2, doy los títulos como indicio sintomático: “Las bailarinas de judú en la calle Santa Ana” (p. 43, fechada el 30/7/1904); “Un campesino dominicano que estuvo en Haití vendiendo unos andullos y a su regreso tuvo una entrevista muy curiosa con el que suscribe” (p. 46, fechada el 17/10/1905; “Un pasaporte dado en tiempo de la España vieja” (p. 70, s/f); “Los brujos y adivinos expendedores de guanguá” (p. 98, s/f) y “Revolución en Haití (p. 177, fechada en febrero de 1911). Marcio Veloz Maggiolo afirma que ya en 1874 “Un pasaporte dado…” era una décima muy conocida en toda la geografía cibaeña. (Sobre cultura dominicana… y otras culturas. Santo Domingo: Alfa & Omega, 1977, p. 93-144).
Y sobre el tema del mito de poder planteé lo siguiente en el referido artículo: «Uno de los poetas dominicanos mayores, Manuel del Cabral, publicó en 1942 en Buenos Aires, su libro fundamental, Compradre Mon, una suerte de épica de nuestras vicisitudes históricas, pero a lo popular y cotidiano, con la picaresca, la malicia y la astucia del criollo, sobre todo el campesino. Hay en esa obra de Cabral una parte consagrada a la estancia del personaje principal, Mon, en suelo haitiano. Es un mito de poder donde el dominicano, como se vio en Alix, vence al brujo haitiano, pero también puede leerse esa parte como la historia del exilio dominicano, desde Francisco Sánchez, o como la lucha del pueblo dominicano en contra de los caudillos que les vencen y exilian a sus hijos y muchos encuentran y han encontrado refugio en Haití, y viceversa. Ejemplos: los expresidentes Manuel Jimenes, Francisco Sánchez, la mitad de los restauradores, Francisco Henríquez y Carvajal, Juan Isidro Jimenes, y los opositores de Trujillo durante un breve tiempo.»
En aquel 2014, el investigador solo tenía acceso al texto de Joaquín Balaguer titulado Décimas en dos tomos (Santo Domingo: Librería Dominicana, 1953 [1961]) y a dos tomitos imprescindibles titulados Décimas inéditas de Juan Antonio Alix, de Teresa Pereyra Goico de Pierre (Santo Domingo: Moreno, 1966 [2006]) y Décimas políticas, de Juan Tomás Tavares (Santo Domingo: Editora de Santo Domingo, 1977).
Pero ahora, con la edición en tres tomos de casi todas las décimas inéditas o poco conocidas de Alix editadas por Andrés Blanco Díaz (Santo Domingo: Archivo General de la Nación, 2023) el investigador encuentra, además de las cinco décimas del Cantor del Yaque mencionadas más arriba, una cantidad bastante apreciable de décimas que reproducen el mito de poder evocado en el párrafo dedicado a Manuel del Cabral, así como una ideología antihaitiana a lo largo de esos tres tomos en décimas que no tienen (o sin expresarlo) el título acerca de Haití y los haitianos, verbigracia: “Diálogo cantado entre un guajiro dominicano y un papá bocó haitiano en un fandango en Dajabón” (t. I, 55-63), “Diálogo entablado entre un dominicano y un haitiano a orilla del Masacre” (t. I, 112-13), “El 27 de Febrero” (t. I, 142-43), “Al primer de la independencia dominicana, el invicto general don Ramón Mella” (t. I, 146), “¡A onde iremo a parai!” (t. I, 147-151), “¡Pueblo!” (t. I, 219-20), “Cantos populares para la alborada del 27 de Febrero” (t. I, 231-32), “Al pueblo dominicano” (t. II, 261), “30 de Marzo de 1844” (t. II, 265); y, “El pueblo dominicano (cuando se hablaba de invasión haitiana”), décima que muestra un verdadero mito de poder (t. III, 231-32).
§ 19. La religiosidad popular: el vodú. En los tres tomos de las décimas, Alix opone la religiosidad católica del pueblo dominicano (en la que él cree, como ya se vio en una entrega anterior) a la religiosidad popular sincrética llamada vodú dominicano. La décima titulada “las bailarinas de judú de la calle Santa Ana” es la muestra más elocuente de mi aserto. Al igual que la décima “Los brujos y adivinos…” en la primera estrofa donde dice: “Ya no hay más sino emigrar/ para países lejanos, / porque hay dominicanos/ tan fuertes con el guanguá, / que aquí los tenemos ya/ peores que los haitianos.” (t. III, 309). A esta condena moral del vodú dominicano y haitiano le es correlativa una avalancha de décimas dedicadas a encomiar la fabricación, reparación e inauguración de iglesias católicas en los tres tomos de referencia que he incluido en la rúbrica de “Propaganda religiosa”.
§ 20. El racismo: “El negro tras de la oreja”. Una de las ideologías más resilientes asumidas por las clases oligárquicas dominicanas desde el siglo XIX hasta hoy ha sido el racismo en contra de los negros, mulatos o mestizos por su condición de pobreza económica, lo cual se convierte en una discriminación social y racial. Según este discurso asumido incluso por las clases subalternas atacadas de bovarismo, mejorar la raza es una de las metas últimas de tales clases con lo que reproducen la misma ideología de la clase oligárquica y la fracción burguesa que han dominado la escena política luego de independencia de 1844. Según esta ideología esa clase oligárquica y burguesa, es la heredera directa de los blancos peninsulares que dominaron la colonia de La Española desde la llegada de Colón-Ovando hasta el Tratado de Basilea. Pero para ese año de 1795, ya la sociedad dominicana era mayoritariamente mulata y en segundo lugar estaba el grupo étnico de los negros y en último lugar, los blancos hijos de peninsulares que alegan no haberse mezclado nunca con mulatos y negros.
En contra de esta ideología se insurge la décima de Alix “El negro tras de la oreja”, la cual liquida el concepto de limpieza de sangre de nuestra oligarquía y su fracción burguesa. Alix no necesitó leer todos los estudios sociológicos, históricos y políticos que han sido publicados desde el tercer tercio del siglo XX para mostrar que esa oligarquía y esa fracción burguesa tienen detrás de sus orejas a unos ancestros negros o mulatos, como lo ha demostrado la genealogía de familias oligárquicas como las de Pablo Altagracia Báez, los Morel de Santa Cruz, de Santiago, los Troncoso de la Concha y los Bonetti, de la Capital y Moca y los Brugal, de Puerto Plata, en el caso de la Camateta, Catalina de Lora, Baldomera de la Concha y la abuela mulata de los Brugal Mateu, de Santiago de Cuba, para solo citar cinco casos cuya sangre negra o mulata circula por las venas de toda la oligarquía dominicana. Es en contra de esa ideología de la pureza de sangre esgrimida por nuestra oligarquía, la fracción burguesa y las clases subalternas bovaristas que Alix escribió su décima, cuyas dos estrofas más punzantes dicen así: “El blanco que tuvo abuela/ tan prieta como el carbón, / nunca de ella hace mención/ aunque le peguen candela, / ya la tía Doña Habichuela/ como que era blanca vieja/ de mentarla nunca deja/ para dar a comprender, / que nunca puede tener/ “el negro tras de la oreja”. Y esta otra estrofa mortal, para concluir la lección que se propone brindar Alix para situar esa ideología racista: «De la parienta Fulana/ el pelo siempre se mienta;/ pero nunca la pimienta/ de la tía siña Zutana. / Por ser blanca se afana, / y del negro hasta se aleja/ nublando siempre una ceja/ cuando aquél a hablarle viene, / porque se cree que no tiene/ ‘el negro tras de la oreja’.» (Blanco Díaz, t. I, 129).
§ 21. Alix, primer agente publicitario dominicano. Aparte de su catolicismo, Alix lucha en contra del prejuicio racial. Su antihaitianismo se opone siempre a la independencia de 1844 y a la guerra social, racial e independentista de la Restauración. En el Alix propagandista político de caciques y caudillos de la montonera, existe un tema que, si no yerro, no ha sido tratado en la cultura dominicana, o si lo ha sido, ha repercutido poco. Me refiero al Alix agente publicitario ambulante antes de la existencia de la publicidad como práctica discursiva orientada a la persuasión retórica y la manipulación para obligar al consumidor a comprar el producto promovido por las agencias publicitarias. He clasificado en la rúbrica “Anuncio” la caterva de décimas de Alix incluidas en los tres tomos editados por Blanco Díaz consagradas a promover la venta de los productos y servicios de casi todos los establecimientos comerciales de Santiago y el resto de la región del Cibao, Puerto Plata, Samaná, incluso de una región tan alejada del Cibao como San Pedro de Macorís (La Gran Ferretería, de Rolando Martínez, t, II, 383-384, fechada en el Guabatico el 1 de octubre diciembre de 1903) con el título de “Un majón a los árabes traficantes en nuestras Repúblicas. Y dispensen la indirecta”. Concibo un viaje de Alix desde Santiago a Puerto Plata en una balandra bojeando a Nagua, Sánchez, Samaná y San Pedro de Macorís hasta recalar en la Capital. Pero el lugar de datación de la décima en el Guabatico, dilatada llanura que conduce a Los Llanos y de ahí a San Pedro de Macorís, donde Alix cobraría el precio de su décima, supone un viaje a caballo desde Santiago a Cotuí, Cevicos, Guanuma, Monte Plata, Bayaguana, Los Llanos y Macorís del Este, ruta seguida por los viajeros y militares del Sureste al Cibao. La referida décima al comerciante Rolando Martínez se halla repetida en (tomo III, 284), pero incompleta y sin fecha. No sé si ese viaje de Alix esté documentado, a menos que no sea el mismo itinerario seguido por Gerardo Estanislao. Entonces ficción y realidad serían lo mismo. Es posible que esta décima dedicada a promover las mercancías de esta ferretería petromacorisana esté relacionada con “Amor y geografía”. Al final de la décima a la ferretería petromacorisana hay una nota cáustica y de humor negro en contra de los buhoneros (los comerciantes árabes) y firmada por un apellido soez (Pedro Bimbolo) y por un tocayo de Gerardo Estanislao (Gerardo el Cojo).
§ 22. Etnicidad, identidad, cultura: sujeto dominicano e independencia en contra de Haití. Alix fue un hombre sabio dentro de su cultura popular, un criollo a carta cabal, defensor de la alteridad de las distintas clases sociales. Con él y su obra se abre el abanico para contribuir a la fundación del sujeto dominicano, hombre y mujer, a través de la especificidad de la ideología duartiana de la independencia y soberanía del país, conducta del Cantor del Yaque demostrada en contra de la venta de la patria a los Estados Unidos durante el Gobierno de Woss y Gil. Demostrada esa dominicanidad de Alix con su participación en la Guerra de la Restauración y aunque al morir Lilís, fiel a su credo de que vivía de la venta de sus décimas, no le importó cantarle al dictador, a quien consideraba su hijo, y vituperarle poco después de su asesinato y pasar, sin transición, a alabar a los matadores de Lilís y a los Gobiernos de Horacio Vásquez y Juan Isidro Jimenes. Pero esa ideología de Alix es la misma de la pequeña burguesía comercial, maderera y tabaquera surgida con la independencia de 1844 hasta el día de hoy, muy bien estudiada en sus capas pobre y muy pobre por Juan Bosch.