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Connotados dirigentes de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) les enrostran a las autoridades del Ministerio de Educación el estar llevando a cabo acciones contrarias a lo establecido por leyes y reglamentos tales como la contratación de profesores sin concurso; el atraso en las construcciones de aulas; las firmas de convenios con instituciones privadas sin tomarlos a ellos en cuenta; y los reiterados intentos de reformar la Ley de Educación sin la participación de los que habrán de ser sus principales actores, entre otras. De su parte, el Ministro de Educación acusa a los de la ADP de promover paros de actividades con el único objetivo de obstruir la docencia en el inicio del año escolar 2018-2019. ¿Quiénes o quién tiene la razón? Como lo expresara el editorialista del periódico Hoy, “Se necesitarían informaciones documentadas aportadas por las propias autoridades para configurar un cuadro fiel sobre la realidad imperante en el sistema educativo”. Ojalá que las acusaciones de esos dirigentes de la ADP, además de inoportunas, no respondan a la realidad porque de ser así, podría considerarse como un hecho en vía de consumación el fracaso de la Reforma de la Educación emprendida por el gobierno del presidente Danilo Medina.
La reforma de los sistemas de instrucción pública impulsada en la actualidad en la casi totalidad de los países de la América Española y el Caribe ha colocado como tema central la capacitación y formación docente. Aquí, el Ministerio de Educación Superior y las Facultades y Escuelas de las principales universidades del país han venido realizando grandes esfuerzos para modificar la formación docente y formular políticas integradas para el aprendizaje continuo de los maestros en servicio. Como lo expresa Marchesi y otros grandes pensadores: “La calidad de la educación de un país no es superior a la calidad de su profesorado”. De ahí la prioridad que la gran mayoría de las reformas educativas otorga al fortalecimiento de la profesión docente.
Desde la perspectiva más arriba señalada, las propuestas para mejorar la situación del profesorado debemos basarlas en enfoques contextuales e integrales, en los que se tomen en cuenta todos los factores que contribuyan a facilitar el trabajo de los docentes, comenzando por remover los posibles obstáculos que limitan el éxito de determinadas iniciativas orientadas en forma específica al desarrollo profesional y al bienestar de los maestros.
Dado que el maestro disfruta de una autonomía considerable en las aulas y laboratorios de clase, hasta el punto de que en esos lugares hace “lo que le da la gana” los proyectos de reformas de la instrucción pública necesariamente requieren para su exitosa implementación el apoyo individual y colectivo de los maestros en servicio.
Generalmente, percibimos las agrupaciones de maestros como opuestas a los cambios y a las transformaciones. Afortunadamente, esto no nos impide que reconozcamos que la ADP de hoy es muy distinta a la FENAMA de ayer, tanto en sus quehaceres ordinarios como en sus compromisos y comportamientos políticos.
La mayoría de los docentes de nivel medio y superior considera que las organizaciones magisteriales a las cuales pertenecen no han completado el trabajo de lograr que la sociedad se identifique con sus posiciones. Creemos que en gran parte esto se debe al hecho de que los dirigentes de esas agrupaciones siempre han mostrado más interés en el bienestar de sus afiliados que en el carácter de las reformas dirigidas a mejorar su aprendizaje y capacitación. ¿Cuál es la estructura de incentivos que hará de la reforma del sistema dominicano de instrucción pública algo auto sostenible y duradero? A ello nos referiremos en la próxima entrega.