La inapelable admonición de Faride

La inapelable admonición de Faride

César Pérez

Ante la presunción de algunos personajes de presentarse como candidatos a ocupar una curul en el Congreso Nacional, a pesar de tener antecedentes penales relacionados con violación sexual a niñas o adolescentes, con asuntos pendientes con la Justicia o que exhiben fortunas sin poder justificarlas, la senadora Faride Raful, desde su curul en el Senado de la República, ha hecho una admonición que atañe no solo a los partidos políticos, sino a las instituciones religiosas, familiares, de comunicación y a la sociedad toda. Ha sido, esa admonición, una pieza oratoria de una brillantez, una pertinencia y un acto de valentía que ha impactado profundamente en importantes sectores de la sociedad y que pone sobre el tapete el tema del Congreso que tenemos y el que deberíamos tener si verdaderamente queremos cambiar este país.

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Dice Faride, refiriéndose a sus colegas: “vemos los titulares en los periódicos: una niña tenía relaciones con fulano, como si los niños tienen relación con nadie, como si hay consentimiento entre un menor y nosotros, que hacemos las leyes, siempre hemos dicho que eso es violación sexual, una y otra vez y se ha permitido que a este Congreso lleguen violadores sexuales”. (..) y “lavadores corruptos”. Agrega, que esta circunstancia se ha hecho tan frecuente, tan permisiva legal y socialmente que se ha “normalizado” hasta constituirse en una vergüenza nacional, sin que se haya producido una contundente repulsa en los partidos ni tampoco en aquellos sectores eclesiales tan activos en la “defensa” de la familia, entre otras mojigaterías. A ese propósito afirma: “los mismos partidos políticos son los mismos que se van a dar tres golpes en el pecho a la iglesia y a decir que creen, ¿Qué van a creer en Dios ni en la Iglesia si protegen a violadores sexuales en contra de niños? El que afecta a un niño a una niña, a un anciano, a una mujer desprotegida no puede creer en Dios, ni en la Iglesia ni en nada”. De esa gente que, con la complicidad y laxitud de los partidos del sistema, hace de esa institución una retranca para la institucionalización del país.

Por consiguiente, un partido que lleve como candidatos a gente “con expedientes (…) abiertos de violación sexual que han logrado impunidad”, y a candidatos pueden gastar millones de pesos sin que importe su procedencia lo que está haciendo es ensamblar eso que Raffaele Simone llama “democracia despótica”. En esencia, entiendo que la inapelable admonición de Faride es contra la lógica que conduce a ese tipo de democracia, proponiendo desde su curul una que proteja la niñez, la mujer, los envejecientes y los pobres. No propone lo imposible.