La excesiva permisividad a las prácticas ilícitas, la ambición sin límites por lograr y/o mantener determinadas cuotas de poder, la codicia irracional por acumular riqueza material mal adquirida, la violación continua de las leyes, así como la actitud egocéntrica y megalómana del liderazgo político, social, empresarial, sindical, religioso, social, académico y profesional, son solo algunas de las causas que han facilitado que la cultura de la corrupción haya permeado la mayoría de los ámbitos públicos y privados en la sociedad dominicana.
En República Dominicana, más que en otros países del mundo, la narrativa de la corrupción se construye a partir de las decisiones, actuaciones y hechos protagonizados por personajes que actúan sin escrúpulos y al margen de principios éticos. Los efectos de los episodios de la corrupción pública y privada en la sociedad dominicana, se ven y se sienten en la pésima calidad de los servicios que reciben los ciudadanos. Por ejemplo: educación, salud, agua potable, transporte, energía eléctrica, seguridad social y ciudadana, empleo decente, viviendas dignas, entre otros. La corrupción es un fenómeno complejo que perjudica a muchos y favorece a pocos.
De manera pragmática, podría decirse que la corrupción es la acción y efecto de corromper o corromperse. Es además, estragar, viciar, pervertir o sobornar a alguien con dádivas o de otra manera. En el ámbito de las organizaciones, específicamente en las públicas, la corrupción consistente en la utilización de las funciones y medios de éstas en provecho económico o de otra índole, por parte de sus incumbentes. La corrupción, sin importar su naturaleza y dimensión, atrofia los mecanismos sociales, jurídicos y éticos concebidos para garantizar la equidad, la inclusión, el estado de derecho y el bienestar colectivo.
“En la caracterización de la conducta corrupta pueden identificarse ciertos elementos comunes: el aprovechamiento de una posición de poder –político o económico–, la búsqueda de un beneficio, la transgresión normativa–legal o ética–, la interacción entre distintos actores, y finalmente un perjuicio aun cuando este pueda ser difuso y los perjudicados no sean directamente identificables”. (Juan José Gilli, 2014).
En el mismo orden, Juan José Gilli plantea que la trama relacional de la corrupción comprende distintos actores –políticos, burócratas y actores privados– y de la forma de interacción entre los mismos dependerá el tipo de práctica corrupta y la gravedad del perjuicio resultante. Dicho de otro modo, la corrupción lo daña todo. Por esta y otras razones, hay que apoyar los esfuerzos que realiza el presidente Luis Abinader Corona, buscando con ellos combatir la corrupción en el ámbito gubernamental.
A las iniciativas anticorrupción del presidente Abinader, se suman dos obras de reciente circulación en República Dominicana: El fabricador de presidentes, de Avelino Stanley, y la novela sinfonía de las cacerolas de Luis R. Santos. No es frecuente que dos narradores dominicanos, Avelino Stanley y Luis R. Santos, coincidan en tiempo, espacio y temática para escribir dos libros, cuyos relatos ponen en alto relieve la estructura, el modus operandi, las dimensiones y los ámbitos de la cultura corrupta gubernamental y empresarial en la sociedad dominicana.
El fabricador de presidentes, es el cuento principal de ocho que conforman el libro de Stanley. En el referido cuento, el autor aborda la carpintería del modelo de corrupción diseñado y puesto en ejecución por la empresa constructora brasileña Odebrecht, tanto en los Estados Unidos como en otros diez países más de América Latina, entre ellos el nuestro, Republica Dominicana.
El soborno, la corrupción, la complicidad desde la comunicación, el uso del marketing para transformar mentiras en aparentes verdades, las negociaciones ilícitas entre políticos y empresarios, son algunos de los componentes que conforman el contexto, que sirve de marco de referencia a Avelino Stanley para narrar los hechos en los que se ancla el cuento El fabricador de presidentes.
Avelino Stanley, utiliza como excusa el cuento para denunciar con energía y responsabilidad los efectos nocivos provenientes de la corrupción en los ámbitos político, gubernamental y corporativo en la sociedad dominicana. Sin duda, es la corrupción, disfrazada de asesoría sin ética profesional y el soborno burdo, el tema central de El fabricador de presidentes.
Con la misma temática que sirve de sustento al fabricador de presidentes, pero con un género literario distinto, Luis R. Santos, en su Sinfonía de las cacerolas, describe con metáforas simples y sarcasmo directo, el tipo de ADN corrupto que poseen determinados políticos dominicanos, los que anclados en el presupuesto público suelen monopolizar el poder político y económico, creyendo tener la fuerza y mecanismos necesarios para desviar, a favor de sus intereses, el rumbo normal de los acontecimientos sociales y políticos.
En cada uno de los episodios de las tres partes de Sinfonía de las cacerolas, se narran y describen de manera impresionante las características psicosociales y las peculiaridades de las diferentes etapas de la vida de los personajes que nacen, crecen y se desarrollan en la mirada crítica y enjuiciadora de Luis R. Santos. Los escritores, igual que todos los ciudadanos, no deberían ser indiferentes ante los problemas sociales, políticos y económicos que acontecen en su país. La literatura es un excelente medio masivo para concienciar a las audiencias en torno a los efectos nocivos que genera la corrupción.
“Sinfonía de las cacerolas no solo es una novele magistralmente escrita, sino, además, tremendamente divertida y aleccionadora. En nuestro tiempo veloz, los avatares de las ideas políticas y las improntas de los gobernantes tienden a ser sustituidos en nuestra memoria por los hechos más recientes. Pero gracias a que narradores como Luis R. Santana consiguen fijarlos en libros, el papel de la Historia se conjuga con la ficción, para otorgarles estatus de permanencia en arte. Esta es una novela brillante, donde la ficción y la realidad conviven en perfecta armonía”. (León Félix Batista, 2021).
Ojalá que las iniciativas de los narradores dominicanos, Avelino Stanley y Luis R. Santos, sean señales reveladoras de que la literatura criolla quiere cumplir con su función social. Entiéndase, ver, analizar y denunciar las decisiones, actuaciones y hechos ilícitos, cuyos efectos perjudican los intereses sociales, políticos y económicos de la mayoría de los ciudadanos. El fabricador de presidentes y Sinfonía de las cacerolas, son, sin duda, dos obras literarias enfocadas en visibilizar factores, dimensiones, ámbitos, circunstancias y personajes de la corrupción en la República Dominicana.
El fabricador de presidentes y Sinfonía de las cacerolas, son excelentes medios masivos para comenzar a incentivar a los sectores que integran la sociedad dominicana a luchar contra los políticos, empresarios criollos y extranjeros, comunicadores e influencers bocinas, que de manera deliberada unen sus talentos y riquezas materiales para fabricar presidentes corruptos, mediante la manipulación continua y salvaje de las emociones y necesidades de los electores, pretendiendo con ello establecer y mantener estructuras sociales, políticas y económicas, en las que la corrupción pueda operar al margen de las disposiciones de las leyes, las normas y los principios éticos establecidos.