Centroamérica-. La Organización Mundial de la Salud define la obesidad y el sobrepeso como una acumulación excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud, representando un alto riesgo de padecer numerosas condiciones crónicas, y causando la muerte de aproximadamente 2,8 millones de personas alrededor del mundo cada año.
Esta condición puede darse por factores hereditarios, el estilo de vida o la alimentación, pero es necesario reconocer que va más allá de lo físico y ante esto es importante entender ¿qué sucede con la salud mental, y cómo afecta el estigma a una persona con obesidad?
Lo primero que debemos entender es que la salud mental es un componente esencial de la salud integral. Es bienestar individual y se determina por factores sociales, psicológicos e incluso biológicos. También es importante destacar que la salud mental puede sufrir un deterioro debido a cambios sociales, estrés, discriminación, exclusión y a un modo de vida poco saludable.
Sin embargo, no podemos obviar que nuestras acciones diarias están relacionadas con nuestro estado de ánimo y nuestros hábitos, por ejemplo, algunas personas en una situación de ansiedad consumen más alimentos de lo que están acostumbrados, por ello es tan importante entender esa interrelación. “La obesidad se puede relacionar con factores psicológicos y las respuestas que tenga el individuo en determinadas experiencias emocionales, negativas o positivas.” Menciona la Dra. Verónica Vázquez, psicóloga clínica.
Un estudio, citado por el Centro de Apoyo de la Asociación Americana de Psicología, demostró que la obesidad en las mujeres está asociada con el aumento de depresión grave en un 37%, mientras que otra investigación concluyó que un 51% de las personas con obesidad, tenían un historial de depresión grave. Estos estudios demuestran que, sin duda, la depresión se relaciona directamente con la obesidad como una enfermedad multifactorial.
Sin embargo, no sólo la obesidad puede afectar la depresión, si no algunos otros factores pueden participar en esta relación:
Estrés: Los factores externos que afectan el estado de ánimo y bienestar pueden contribuir a la obesidad. Las personas a menudo buscan más alimentos ricos en calorías cuando sufren situaciones estresantes. Además, cuando estamos bajo niveles altos de estrés el cuerpo aumenta la producción de la hormona cortisol.
El estrés crónico y los niveles altos de cortisol en forma constante pueden estar asociados con el aumento del apetito y de peso, aunque la forma en que esto influye en esta última aún no está científicamente probada.
Ciclos de sueño: No dormir lo suficiente o dormir de más, puede provocar cambios hormonales que aumentan el apetito. También es posible que al tener un ciclo de sueño poco saludable sientas ganas de comer alimentos con alto contenido de calorías, que pueden contribuir al aumento de peso.
Medicamentos: Algunos medicamentos utilizados para tratar enfermedades psiquiátricas pueden causar aumento de peso. Por ello, el profesional de la salud le recomendará los cambios necesarios en su estilo de vida, para contrarrestar ese efecto secundario.
Discriminación: Diversas investigaciones han demostrado que las personas que viven con obesidad son víctimas de discriminación, puesto que se les devalúa por su peso corporal, y esta discriminación a su vez genera problemas de salud mental, mayor enfermedad física, peor bienestar individual, bajo rendimiento académico y dificultades en el acceso a bienes de capital, educación y oportunidades laborales.
“La salud mental es igual de importante que la salud física, una afecta la otra, y ambas son parte del bienestar de las personas. Su promoción y protección es necesaria, así como crear entornos que se basen en el respeto.
Entender la salud mental y su interrelación con la obesidad es el primer paso para mejorar el tratamiento de ambas” asegura Andrea Soria, Asesor Médico Regional de Novo Nordisk CLAT.
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