A la mitad del actual periodo constitucional se ha desatado la eterna pasión y desesperación de los políticos de tratar de no verse arrollados por otros que son más capaces en su arte de utilizar la demagogia para seguir vigentes en la selva política dominicana.
Sorprende a la opinión pública, ayudada por los medios de las redes comunicacionales, que nos lleva a conocer a los que no se cansan de postularse y presentarse con el mismo discurso como las mejores opciones y al mismo tiempo apoyarse para su apogeo mediático en los criterios desacertados que es su discurso sin ninguna renovación.
Ya no tienen nuevos argumentos y se empeñan en crecer acabando con el que detenta el poder y este recurre a los mismos métodos para no verse desplazado, ya que por ley tiene la opción de buscar un segundo mandato constitucional después de 2024.
Pero en el ambiente hay un llamado desesperado de los aspirantes de varios de los partidos que tratan de estimular un proceso que se mantiene en la clásica mediocridad del medio ambiente local en que nada nuevo aportan en sus mensajes de atracción del electorado que ya conocen muy bien las intenciones de quienes solo procuran embaucar a los electores para luego no cumplir con ninguna promesa y buscar su popularidad atacando al gobernante de turno por todos los medios.
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Por un lado, el oficialismo del PRM, convencido que lleva ventaja a sus opositores, se apoya en el gran carisma del presidente Abinader, con su lenguaje de presencia cautivador y convencedor de sus ejecutorias, son más para el papel que para realizaciones tangibles.
Es que las promesas son una avalancha de lo que quisiera hacer dejando poco para la imaginación, como si todo se va ejecutar en un futuro cercano.
La situación externa de la economía, de la pandemia y de la guerra está ahogando al mundo. Sin pobreza extrema ni hambruna el país lucha y patalea ante esas circunstancias que nos mantienen encadenados a un petróleo caro y los insumos y productos básicos de la alimentación aprisionados por la irracional guerra de Rusia contra Ucrania repelida valientemente por los ucranianos y el mundo libre doblegando a un imperio que amenaza cada día con el uso de sus abundantes armas nucleares o bloquea a Ucrania que no pueda exportar su abundante producción agrícola de necesidad para el mundo.
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En el ambiente político dominicano, la oposición, en sus argumentos de ataque, solo desempolva las consignas de toda la vida activa como opositores y cabeza dura, repiten hasta el cansancio mensajes obsoletos conocidos desde hace décadas.
Todavía pretenden que el electorado les crea tales mensajes para embaucarlos una vez más. Es que se sabe que no es cierto por sus marrullerías se delatan cuando por circunstancias de un pueblo ingenuo lo llevaron al poder.
Hay algunos que ya han sido presidentes y creen que sus ejecutorias, llenas de deficiencias y engaños, podrían convencer al votante del cual se quiere un respaldo, cosa que esta vez los votantes se mantendrán muy recelosos para no volver a caer en la trampa de esos políticos que su crecimiento fue embaucar a un elector más ingenuo y se gozan con atacar al oficialismo que les lleva una gran ventaja por la figura atrayente y carismática del Presidente.