No, no y no. ¡Yo no soy feminista! Estoy a favor de los derechos de las mujeres, pero no soy feminista porque no soy agresiva ni me creo por encima de los hombres”.
La frase, aunque contradictoria, es más común de lo que creen. Hoy día son muchas las personas que mantienen una concepción errada del feminismo.
Creen que implica rechazo a lo masculino, cuando la realidad es que el feminismo surgió para establecer y defender los derechos de las mujeres en una época tan oscura como el Renacimiento, cuando sólo los hombres tenían derecho a la educación y al trabajo. Allí se alzaron las primeras voces feministas, demandando que las mujeres pudieran formarse.
Más adelante, en el marco de la Revolución Francesa, surge una feminista clave: Olympe de Gouges.
Ella publicó la Declaración de Derechos de las Mujeres y las Ciudadanas, paralelo femenino de la Declaración de Derechos del Hombre y el Ciudadano, defendiendo el derecho al voto, al trabajo y a hablar en público de temas políticos. Posteriormente agregó temas como la protección materno-infantil.
Otra abanderada del feminismo fue Mary Wollstonecraft, filósofa y escritora inglesa, quien publicó una obra llamada “La vindicación” en la que rechaza los argumentos del gran Jean Jacques Rousseau que planteaba inferioridad natural de las mujeres para justificar que no se les permitiera tener propiedades ni otros derechos.
Ya en el siglo XIX, las mujeres comenzaron a organizarse en torno a la reivindicación del derecho al sufragio. Una mujer clave fue Rosa Luxemburgo, quien tuvo una participación tangencial en favor de los movimientos feministas y sufragistas de su época.
En el siglo XX el movimiento feminista amplía el debate. Aparecen aquí teóricas como Simone de Beauvoir y Betty Friedan con sus libros “El segundo sexo” y “La mística femenina”, respectivamente, los cuales iluminaron el intelecto de muchas mujeres que permanecían confinadas al trabajo doméstico o subordinadas en empleos degradantes y que fueron empoderándose con la ventilación de estas ideas.
Feminismo en el patio. República Dominicana no ha estado ausente de la lucha feminista. La participación de la mujer se da desde la misma conformación de la República con febreristas como Manuela Díez, Rosa Duarte, María Trinidad Sánchez, Concepción Bona y Juana Saltitopa, entre otras.
Pero las primeras voces feministas como tales se escucharon en el marco de la intervención estadounidense del 1916. Fueron voces de mujeres marginadas, como prostitutas y gavilleras, según establece Neici Zeller en su tesis doctoral titulada “Discursos y espacios femeninos en República Dominicana: 1880-1961”, citada por Orlidy Inoa.
Ramón Perdomo, otro autor, en su libro “Huellas de Macorís del mar” las ubica en San Pedro de Macorís, 1922, con la “Revista Fémina” que dirigían Petronila Angélica Gómez, Consuelo Montalvo de Frías y María Luisa Angelis de Canino.
El consenso es que el movimiento educativo llamado “normalismo”, a principios del siglo XX, fue un caldo de cultivo para el surgimiento del pensamiento feminista dominicano. Destacan ahí figuras como las educadoras Ercilia Pepín y Salomé Ureña, quienes garantizando el derecho a la educación de muchas mujeres cambiaron el rumbo de la historia dominicana.
Lo mismo hicieron Evangelina Rodríguez, primera mujer dominicana en graduarse como doctora; Abigaíl Mejía, una de las voces más combativas a favor del voto de la mujer en República Dominicana; Minerva Mirabal, y sus hermanas Patria y María Teresa, con su participación política, y Mamá Tingo con su defensa del derecho al trabajo y a la tierra.
Feminismo en el siglo XXI: Tiempo de cosechar. Cada época tiene su propio afán, pero sin duda alguna a finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI la mujer ha experimentado tales avances en materia política, social y económica, que es válido decir que se están recogiendo los frutos de las luchas feministas de siglos pasados, aunque haya muchas mujeres que lo ignoren.
Pero la lucha no ha terminado, aunque ya hay mujeres en la cúspide de los principales poderes públicos y privados (presidentas, juezas, empresarias, religiosas), un reto del feminismo de hoy es luchar por los derechos que permitan una conciliación real de trabajo y familia para mujeres y hombres en igualdad de condiciones.
Así lo entienden mujeres como la joven madre Wendoly Ventura que se queja de que ahora las mujeres tengan que trabajar y seguir haciendo labores domésticas, lo que interpreta como “doble carga”.
Para revertir este panorama y lograr equidad se necesita una nueva masculinidad, planteamiento central del investigador Stalin Montero, coordinador de la Unidad de Masculinidad del Instituto de Investigación Género y Familia de la UASD, quien explica que el hombre debe renunciar a los privilegios que le dan la sociedad y la cultura machista. ¡He aquí un gran reto!
El turno de las contemporáneas. En la actualidad reciente, son muchas las mujeres feministas que se han organizado en partidos, en grupos y en diferentes tipos de organizaciones para seguir defendiendo los derechos de las dominicanas.
Estos nombres incluyen a Magaly Pineda, Sergia Galván, María Díaz, Lourdes Contreras (Lulú), Susi Pola, Magda Rodríguez, Denis Paiewonsky, Magaly Caram, Myrna Flores, Graciela de la Cruz, Juana Ferrer (Negrita), Lilliam Fondeur, Virtudes de la Rosa, Manuela Vargas, Jeannette Tineo, Desiree del Rosario, Elsa Alcántara, Nelly Chalas, Zobeyda Apólito, Elsa Mata, Lorena Espinoza, Carolina Acuña, entre muchas otras.
¡Llegó el relevo! La principal tarea que se ha propuesto el movimiento feminista dominicano hoy día es lograr que el Estado reconozca la autonomía que tienen las mujeres sobre sus cuerpos y su derecho a preservar su vida y su salud cuando, producto de un embarazo, ya sea de una violación sexual o de una formación congénita incompatible con la vida, su vida corra peligro.
Además, hay que luchar por parar la ola de feminicidios que anualmente hace que unas 102 mujeres pierdan la vida y bajar los altos índices de mortalidad materna.
La buena noticia es que hay relevo, y entre la juventud dominicana hay feministas levantando estas banderas. Laura Hernández, Marianela Carvajal, Elizabeth Vélez, Kirssy Santana, Nathalia Mármol, Claudia Saleta, Milossis Liriano, Arcy de la Cruz y Cinthya Amanecer, entre otras, mantienen viva la llama y, con ello, la esperanza de que las mujeres dominicanas sigan avanzando hasta el infinito y más allá.