Con las modernidades de cada día que nos trae el presente siglo, las ambiciones de los políticos están más aceleradas que nunca y es que se han dado cuenta que su tiempo u oportunidades las dejaron atrás, y ahora en sus finales no quieren quedarse sin probar algo de lo que se puede disfrutar desde el poder.
Casi todos los políticos cobijados en una sombrilla estatal de repartir recursos sin ton ni son, ya no quieren quedarse afuera en sus tiempos finales de partidaria vida política activa. Por todos los medios procuran que algo se les pegue de los recursos estatales, aun cuando sea que solo alcanza para los supuestos líderes de sus entelequias partidarias de las cuales la Junta Central Electoral rechazó decenas por las evidentes mentiras de sus documentos de solicitud de aprobación.
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La actividad política desde 1961, casi a raíz de la eliminación del dictador, ha sido saturante por la atracción que ejerce sobre miles de dominicanos que se sienten predestinados para guiar a los tontos y despistados ciudadanos a los cuales se les ofrecen cada día nuevos sueños. Estos son falsos caramelos llenos de veneno y solo para satisfacer a sus principales promotores que de repente lucen fortunas y lujos que antes no tenían gracias a la generosidad del Estado para sostener parasitariamente las entelequias partidarias. Eso lo vemos de como proliferan los partidos y agrupaciones nacionales, provinciales y distritales y son rechazadas por una JCE bastante responsable que hasta ahora ha sido la salvaguarda de la institucionalidad evitando un colapso si es que apareciera un despistado funcionario manchado por el peculado que pretendiera insertar todas esas falsas agrupaciones políticas para ser parte de la nómina estatal para las donaciones presupuestarias. Todas son falsas agrupaciones que ni siquiera pueden equipar una oficina en un cuarto de sus casas, ni siquiera en una zona rural.
Quizás las elecciones del próximo año sean para el final de la diarrea de agrupaciones políticas pretendiendo reconocimiento para que se reduzca esa alegre cacería de formar parte del pastel gubernamental que tan generoso ha sido en los pasados 60 años para sostener un sistema político que después de la sangría bélica de 1965 se ha sostenido en un proceso de las ambiciones saturada por los políticos que todos se creen predestinados y son los más capaces de guiar a los ignorantes dominicanos. Las ambiciones de los políticos brotan a flor de piel. Y ahora con la modernidad de las comunicaciones con el infaltable chat e Instagram y sus respectivos blogs, a las clases que se consideran influencers es con una cultura muy deficiente que solo sirve para llenar el ambiente de las redes con soeces comentarios, aplastando reputaciones y palabras insultantes para acabar con la reputación de los demás, en especial con las mujeres que osan intervenir o tienen una vida pública de nombradía.
La clase política a medida que avanzan la modernidad de los medios de comunicación, como se dice ahora de las redes, más agravios verbales son para degradar hasta el suelo la vida política que solo podría frenarse con una sólida educación y una autoridad que sepa cumplir con sus obligaciones legales y deje de ser tan permisivos en el pesado ambiente de lo nauseabundo que denigran a los dominicanos.