Las lecciones de Will y Ariel Durant (segunda parte)

Las lecciones de Will y Ariel Durant (segunda parte)

Will y Ariel Durant (2022). Lecciones de la historia. Barcelona. Editorial Manila.

“La Verdad no nos hará ricos, pero nos hará libres”.
Will Durant

“En la actual inadecuación de la ley y el sentimiento internacionales, una nación tiene que estar lista en cualquier momento para defenderse; y cuando están implicados sus intereses fundamentales, se le tiene que permitir usar cualquier medio que considere necesario para su supervivencia. Los Diez Mandamientos tienen que mantenerse callados cuando está en juego la propia conservación”.
The Lessons of History, Will y Ariel Durant.

Esta es la segunda parte de este pequeño y enjundioso libro que localicé en Madrid, titulado “Lecciones de la Historia”, una versión en español de una vieja e importante obra escrita en 1968, por los historiadores estadounidenses Will y Ariel Durant.

Decía que el libro estaba compuesto de 13 capítulos. En el anterior pude abordar los primeros tres: Dudas, La historia y la Tierra y Biología e historia. En esta oportunidad presentaremos los restantes.
El capítulo IV, Raza e historia, es uno de los más amplios. Inician sus reflexiones haciendo referencia a las opiniones expresadas por el conde Joseph Arthur Gobineau, escritas en su famoso “Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas”, en la cual destacaba el valor de la raza aria, que era intrínsicamente superior a todas las demás razas. A partir de entonces hacen una presentación muy sucinta sobre otros planteamientos de diversos pensadores sobre el tema, para llegar a sus propias conclusiones, que me encantaron. Dicen los esposos Durant: “El papel de la raza en la historia es más preparatorio que creativo. Los distintos grupos que llegan a un lugar desde diversas direcciones y en distintos momentos mezclan su sangre, sus tradiciones y sus costumbres unos con otros, o con la población existente, como dos conjuntos diversos de genes que se unen en la reproducción sexual. Una mezcla étnica de ese tipo puede producir en el curso de los siglos un nuevo tipo, incluso un nuevo pueblo: así los celtas, los romanos, los anglos, los sajones, los jutos, los daneses… Cuando el nuevo tipo toma forma, sus expresiones culturales son únicas y constituyen una nueva civilización: una fisionomía, carácter, lenguaje, literatura, religión, moralidad y arte nuevos. No es la raza la que crea la civilización, es la civilización la que crea el pueblo: las circunstancias geográficas, económicas y políticas crean una cultura, y la cultura crea un tipo humano”. (P. 40) Con esta afirmación, los autores enfrentan a los que hablan de la superioridad racial.

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En el capítulo V, Carácter e historia, los autores tratan de hacer una reflexión sobre la naturaleza humana. ¿Se puede hablar de tendencias y sentimientos fundamentales en la humanidad? ¿Ha cambiado la humanidad en el curso de la historia? Los autores afirman que la historia conocida muestra pocas alteraciones en la conducta humana; es más, aseguran que la naturaleza humana tampoco se ha visto alterada en las diferentes clases sociales, pues, afirman, que en líneas generales los pobres sienten los mismos impulsos que los ricos, pero con menos oportunidades. “Nada resulta más claro en la historia que la adopción por parte de los rebeldes triunfantes de los métodos que estaban acostumbrados a condenar en las fuerzas que derrocaron”. (P. 45) ¡Qué dura verdad!.

En el capítulo V, Moral e Historia, los esposos Durant hacen una interesante reflexión. Señalan que en el paso del tiempo, la historia ha ido variando los códigos morales, demostrando que son “insignificantes porque difieren en tiempo y lugar y a veces se contradicen unos a otros. Un mayor conocimiento subraya la universalidad de los códigos”. (P. 60). Finalizan el interesante y muy erudito capítulo señalando que “no podemos estar seguros de que la laxitud moral de nuestros tiempos sea un heraldo de decadencia en vez de una transición dolorosa o gozosa entre un código moral que ha perdido su base agrícola y otro que nuestra civilización industrial aún tiene que forjar para que devenga en el orden y la normalidad social. Entre tanto, la historia nos asegura que las civilizaciones decaen paulatinamente”. (Pp.55-56).

En sus reflexiones los Durant también hacen alusión al tema religioso, tan presente en todos los tiempos y en todas las épocas en la historia de la humanidad; que ha inspirado grandes hazañas y ha provocado tantas muertes. En este capítulo VI, finalizan con una pregunta: ¿Garantiza la historia la conclusión de Renan de que la religión es necesaria para la moralidad, que una ética natural es demasiado débil para resistir el salvajismo que acecha bajo la capa de civilización y que emerge en nuestros sueños, crímenes y guerras? Ellos mismos se responden diciendo: “No hay ningún ejemplo significativo en la historia, antes de nuestro tiempo, de una sociedad que haya conseguido mantener la vida moral sin la ayuda de la religión”. (P.68) Continúan haciendo referencia a SU REALIDAD. Escrito en medio de la Guerra Fría, con una clara posición de defensa del sector occidental y en contra de los países comunistas. Por esa razón concluyen diciendo: “Solo unos pocos Estados comunistas no se han limitado a desvincularse de la religión, sino que han repudiado su ayuda…” (P.68). Esto fue escrito, no olvidemos, en 1968, en la época en que Estados Unidos perseguía a todo aquello que se vinculara al comunismo, una inquisición política, a diferencia de la de la Edad Media que mataba a los impíos que no creían en Dios.

Una pena que no pude finalizar. Ojalá que ustedes amigos lectores hayan disfrutado, tanto como yo, de estas lecciones de la historia escritas por dos brillantes y eruditos historiadores estadounidenses.
Hasta la próxima.

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