Las siete señales milagrosas de Jesús según el evangelio de Juan

Las siete señales milagrosas de Jesús según el evangelio de Juan

Telésforo Isaac

Según el Evangelio de San Juan, fueron siete las señales milagrosas que Jesús efectuó en su ministerio terrenal. De estas, había elementos físicos: luz, agua, pan y vino. Hizo milagros, curaciones que sobrepasan el alcance y las prácticas científicas, y resucitó a Lázaro después de cuatro días de muerto.

  1. Jesús convierte el agua en vino (2:1-11).
  2. La purificación del templo (2:13-22).
  3. Jesús sana al hijo de un noble (4:46-54).
  4. Jesús sana a un paralítico (5:1-15).
  5. Alimentación de los cinco mil (6:1-15).
  6. Jesús sana a un ciego de nacimiento (9:1-41).
  7. Resurrección de Lázaro (11:1-44)

La luz describe a Jesús mismo que ilumina la mente y se destella en el corazón de los creyentes en él. Es la proyectada iluminación para que los seguidores tengan el privilegio para que no anden en tinieblas. pues, él es “la luz verdadera que alumbra a toda la humanidad”. (Juan 1:9). En conversación con un fariseo llamado Nicodemo, un hombre importante entre los judíos, Jesús le dijo lo siguiente en relación con la luz; “Los que viven de acuerdo con la Verdad, se acercan a la luz para que se vea que todo lo hacen de acuerdo con la voluntad de Dios”. (Juan 3: 21).

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El agua es el elemento que significa purificación, fuente de aliento y energía que da el Cristo para vida eterna.

El vino simboliza la unión de lo terrestre y lo espiritualidad, y en particular la sangre de Cristo.

El pan es la sustancia que representa el Cuerpo de Cristo, y proveer potencia para el sustento en el camino de la verdad y la vida.

Los otros signos simbólicos señalan y presentan al lector, la imagen de Jesús y la de su presencia en el mundo; demostrando milagros que certifican la misión del Mesías; en tanto, lo que le hace evidente de su divino apostolado enviado de Dios; porque el amor de Dios para el mundo es tal que: “dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna”. (Juan 3: 16). Él explicó que es capacitado y apto para perdonar a los arrepentidos, o en circunstancias precarias, y como desvelarse en la dinámica de la pasión, en el sufrimiento, y la agonía, aun clavado en la cruz del Calvario, y por la revelación de su gloriosa resurrección. El desarrollo y manifestación de los actos considerables de Jesús en cumplimiento de su divina misión; fueron esencialmente prodigios de siete hechos poderosos llamados “señales milagrosas”.

El primer prodigio fue en la Boda de Caná de Galilea, (Juan 2: 1-11) cuando convirtió 6 tinajas de agua en vino. En cada una cabían cincuenta a sesenta litros de agua.

El segundo prodigio fue “la multiplicación de pan” para saciar el hambre a miles de personas que le seguían para oír su prédica, buscar sanación de sus enfermedades físicas, y malestares emocionales.

El tercer prodigio fue la sanación del hijo de un noble Juan 4:46-54).

La cuarta señal fue sanar a un paralitico (Juan 5:1-15).

La quinta señal fue la alimentación de los cinco mil (Juan 6:1-15)

La sexta señal Jesús sana a un ciego de nacimiento (Juan 9;1-41).

La séptima señal fue la resurrección e Lázaro (Jun 11-1.44).

El evangelio de Juan es distinto en su enfoque de los otros tres conocidos como sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas); pues estos pueden ser vistos juntos debido a la similitud en sus estructuras y contenidos. El evangelio de Juan presenta una narrativa diferente acerca del origen, vida, ministerio, muerte y resurrección de Jesús. Se puede considerar que uno de los aspectos más notable es el hecho que esta narración que presenta a Jesús como la Palabra divina, el Hijo de Dios, enviado al mundo por el Padre para ser “luz verdadera que alumbra a toda la humanidad; y para que el mundo sea reconocido por él, y al creer recibirán el privilegio de llegar a ser hijos de Dios”. Estos milagros son fundamentalmente signos extraordinarios que no pueden ser explicados por las leyes regulares, o las experiencias de la naturaleza, y las practicas científicas. Se atribuyen a la intervención de poderes de Dios, o de una potencia de origen sobrenatural, extraordinaria, e inconmensurable. Según nos cuenta Juan y se entiende por “señales poderosas”, Jesús manifestó su vocación realizando estos prodigiosos actos por encargo del Padre y en evangelio de Juan, es la narrativa precisa para lograr el objeto que se propone para dar evidencia de la presente de la Luz de Dios en la persona del Verbo Hecho Carne (hombre) que habitó entre los seres humanos para reconciliarlos con Dios.