Por: Amaurys Pérez Vargas
El 5 de agosto de 1498 fue fundada por Bartolomé Colón la ciudad de Santo Domingo, siendo trasladada en 1502 a la margen occidental del río Ozama por disposición del gobernador Nicolás de Ovando, quien promovió su desarrollo como centro de poder (primera sede del Gobierno de la Corona de Castilla en el Nuevo Mundo), lugar de intercambio, producción y expresión cultural. A través de su puerto, plaza de armas, catedral, conventos, fortificaciones militares, hospital, etc., se puede apreciar un modelo de urbanismo que simboliza la modernidad dentro de la sociedad colonial.
Los españoles instalados en América tenían el propósito de asentarse en el territorio, lo que explica que sus poblaciones construyeran edificaciones principalmente en piedra, en contraste con los franceses e ingleses que las forjaron en madera. Esta distinción refleja singulares características en los modelos de colonización implementados por las diferentes potencias europeas, cuyos matices se pueden observar con mucha claridad en el ámbito de la arquitectura.
En lo que concierne a la esclavitud, sabemos que la entrada de los esclavos en la ciudad de Santo Domingo, procedentes de la travesía que seguía la trata negrera, se hacía por la Puerta San Diego, la más próxima al muelle por donde desembarcaban los navíos. El mercado de esclavos, tal como fue la tradición, se encontraba en la plaza de armas. Así mismo, los barrios de los africanos por lo regular se situaban detrás de los puertos, lo que nos explica su ubicación en la parte alta de la Ciudad Colonial o ciudad amurallada, en los actuales Santa Bárbara, San Miguel, San Lázaro, San Antón, entre otros.
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Ciertamente, si el poder residía en Santo Domingo también allí fue contestado tal como se puede apreciar en la obra Los monumentos arquitectónicos de la Española, de Erwin Walter Palm, en donde se nos indica que en “las rebeliones de esclavos negros, los Diego de Ocampo, Lemba, Ambo, Juan Criollo y Juan Vaquero, el “que trajo en su compañía más de 1000 negros a caballo con Lanzas y adargas” hacen temblar a la ciudad hasta un extremo tal que se recomienda amurallarla “contra los enemigos de fuera como para los de dentro de la tierra, que son los negros y los que más se temen”.
Nos sigue diciendo este autor que “este miedo a los esclavos africanos existe desde los principios de su introducción en el Nuevo Mundo, puesto que en 1516 el cardenal Cisneros teme aumentar su número, ya que al multiplicarse se alzarán infaliblemente, imponiendo a los españoles las mismas cadenas que ellos han llevado”. Otro dato significativo sobre la esclavitud aportado por Palm en su estudio tiene que ver con la ubicación exacta de la puerta (San Lázaro, en mapa) en donde fue colgada la cabeza del líder cimarrón Sebastián Lemba. Según detalla había tres puertas “identificables como la Puerta Grande (o de la Misericordia), la primera Puerta del Conde (entonces, Puerta Cerrada) y la de Lemba, al oeste, agregándonos que esta última “estaba sin fortificar”.
Sobre la evolución de las poblaciones urbanas de Santo Domingo, se puede decir que estuvo compuesta mayoritariamente por esclavos desde principios del siglo XVI hasta mediados del XVII, pero progresivamente cobraron importancia dos otros grupos, los blancos del país y los libres de color, los cuales se unieron en “solidaridad criolla” contra los metropolitanos en diciembre de 1821.
Prof. Amaury Pérez, Ph.D. Sociólogo e historiador UASD/PUCMM