Por pudor, por respeto a la memoria de Orlando Jorge Mera, debieron morderse la lengua y quedarse callados. Y entender que el economista Miguel Ceara Hatton no es político, que nunca ha hecho verdadera vida partidaria en el PRM ni en ningún otro partido, y por lo tanto no está obligado a ver al Estado y sus instituciones como un botín que tiene derecho repartirse el partido que gana las elecciones, que empieza por sacarle lo suyo a los compañeros que se fajaron en la campaña electoral.
A lo que sí está obligado como funcionario público es a actuar con honestidad y transparencia en defensa y protección de un patrimonio que es de todos los dominicanos, y por eso hay que aplaudir y apoyar, como ya lo hicieron Participación Ciudadana y la Academia de Ciencias, que trate de poner las cosas en orden en Medio Ambiente sacando de nómina, entre otras acciones, a los que cobraban sin trabajar.
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Eso lo ha convertido en el principal enemigo de dirigentes del PRM que no han tenido reparos en defender lo indefendible, sin darse cuenta de que solo están demostrando que algunas prácticas de nuestra partidocracia, como por ejemplo el clientelismo, no van a cambiar nunca a pesar de que también son otra forma de corrupción y de dispendio del dinero público.
La descompuesta reacción de Alfredo Pacheco, quien por su investidura debió ser mas cuidadoso de las formas, es un buen ejemplo, pues no hacía falta que llegara al insulto para defender el honor de Jorge Mera, que todo el que lo conoció sabe que no hubiera agradecido que se le defienda de forma tan poco elegante y, sobre todo, con escasa inteligencia política.
Para el PRM y el Gobierno ha sido un episodio muy desafortunado, como lo describió Carolina Mejía, pero del que no puede culparse a Ceara Hatton, a quien han querido crucificar por recordarnos que el Orlando Jorge Mera que llegó al Ministerio de Medio Ambiente era político, no un santo.