Los aserradores mermaron los bosques durante la Era de Trujillo

Los aserradores mermaron los bosques durante la Era de Trujillo

En materia de recursos naturales,  la Era de Trujillo significó una catástrofe, sobre todo para los bosques dominicanos, que cayeron en manos de una oligarquía de aserradores asociados con  el dictador, quienes devastaron en menos de 20 años varios millones de tareas de bosques y con esto diezmaron  especies de flora y fauna asociadas, así como fuentes de agua.

Los pinares fueron los bosques que más sufrieron la acción de los aserraderos. En el 1939, Carlos Chardón, un experto puertorriqueño que preparó para el gobierno un informe en el cual evaluaba la situación y valor de los recursos naturales, estableció que había en el país 12 millones de tareas de pinos. En 1967, cuando el gobierno de Joaquín Balaguer  clausuró los aserraderos, apenas quedaban 3.5 millones de tareas.

Después que  Trujillo descubrió el  valor económico de los bosques  se hizo también industrial maderero, asociándose con personas que ya estaban en el negocio o colocando testaferros al frente de nuevos aserraderos de su propiedad.

De acuerdo al historiador Frank Moya Pons en su libro “Historia y Medio Ambiente en la Isla de Santo Domingo”,  esas compañías madereras deforestaron las zonas de San José de las Matas, Jarabacoa, Tireo, El Río, Constanza, La Horma, El Rubio, San Juan de la Maguana y Restauración, entre otras, y no se molestaron en replantar el bosque que talaban.

Señala que la deforestación industrial de la cordillera Central dio lugar a la colonización de los valles dentro de las montañas dede Constanza, El Río, Tireo y Jarabacoa, así como al repoblamiento de las zonas de la sierra al oeste de San José de las Matas hasta llegar a Restauración, pasando por El Rubio.

 Agrega que liquidado el bosque, quedaron los trabajadores de los aserraderos convertidos en campesinos itinerantes al servicio de los terratenientes ganaderos, que les entregaban tierras cubiertas de bosque secundario, para que las talaran  y sembraran frijoles o papas por dos o tres años, a cambio de entregarles los fundos sembrados de pastos cuando la pérdida de la fertilidad del suelo los obligara a moverse a otro lote para comenzar de nuevo.

“Así fue despoblándose la cordillera Central de sus pinos originales, que fueron suplantados gradualmente por pastizales que secaron las fuentes de agua e hicieron morir las cañadas y los arroyos”, expresa Moya Pons.

Narra que en tiempos de cuaresma, que es una época de sequía estacional, las montañas dominicanas quedaban a merced de los fuegos intencionales pegados por los campesinos y ganaderos en una lucha sin cuartel contra el bosque para convertirlo en pastizal.

 Recuperación.  Con el inicio del cierre de los aserradores  a finales de la década del 60 y gracias  a  los sucesivos planes de reforestación, el territorio dominicano ha podido incrementar la  cobertura boscosa, pese a  las  amenazas que persisten.

 Según la Dirección de Información Ambiental y de Recursos Naturales (Diarena) del Ministerio de Ambiente, para el año 1996 el área de bosque  era de 13,262 kilómetros cuadrados,   cubriendo  el 27.54% de la superficie a nivel nacional. Para el 2003  la masa boscosa era de un 34.70%, experimentando un aumento de 7.16%.

Conservación. Si bien previo a la década del 50 existían tres áreas protegidas, fue a   finales de ese decenio  cuando se realizó el gran empuje  hacia las políticas de  conservación en el país con la creación de  los primeros parques nacionales y la Dirección de Foresta.

De acuerdo a una cronología contenida en el libro “Áreas protegidas en la República Dominicana: Naturaleza en estado puro”, de José Manuel Mateo y Adolfo López, en el año 1956  se creó  el Parque Nacional José del Carmen Ramírez y en el 1958 se fundó el Parque Nacional Armando Bermúdez, ambos enclavados en la cordillera Central.

En la década de 1960 se crean los parques nacionales Litoral Sur, Litoral Puerto Plata y  Cabo Francés Viejo, de  Samaná. 

En  1963 se crea la Dirección General de Foresta, que a partir de ese momento pasó a  manejar las áreas protegidas del país.

En la década del 1970, se incorporaron  los parques Isla Cabritos, Los Haitises y del Este, así como  la Reserva Científica Villa Elisa, en Montecristi.

Mateo y López citan que el año 1974 fue fundamental para la historia de las áreas protegidas,   pues  mediante ley se crea la Dirección Nacional de Parques, que hasta el año 2000 será la encargada de la protección y el manejo de los espacios naturales y culturales protegidos del país.

A partir de  agosto de 1983  se incorporaron  las reservas científicas de Valle Nuevo, lagunas Redonda y Limón; laguna Cabral o Rincón; pico Isabel de Torres, así como los parques nacionales Jaragua, sierra de Baoruco y Montecristi.

En 1986 se crea la Vía Panorámica Aceitillar- Cabo Rojo, en Pedernales;  el parque  Submarino La Caleta y el  Santuario de Mamíferos Marinos Banco de la Plata. En 1989 se funda la Reserva Científica Ébano Verde.

En  1992  se instaura  la Reserva Científica Loma Quita Espuela. En el 1993  se crea el Cinturón Verde de  Santo Domingo y la  Reserva Antropológica de las Cuevas de El  Pomier, en San Cristóbal. En  1995  se crean los parques nacionales de Neiba,  Nalga de Maco y el Monumento Natural Las Caobas.

En 1996 se incorpora por decreto un gran conjunto de nuevas áreas protegidas y se reformulan otras existentes, creando definidamente el Sistema Nacional de Áreas Protegidas de la República Dominicana (Sinap), que contó a partir de entonces con 67 unidades de conservación.

Recortes.  Mateo y López citan que  entre el 1996 y el año 2000 se sucedieron piezas legales que cercenaron y desnaturalizaron buena parte del Sinap.

“Los motivos de estos intentos de destrucción del patrimonio nacional más importante fueron, sin lugar a dudas, la codicia de algunos empresarios y la irresponsabilidad de buena parte de la clase política. El crecimiento de la economía dominicana sobre la base de la expansión del turismo, hizo de terrenos protegidos que antaño no contaban con gran valor material, codiciadas piezas para especuladores y promotores, debido a su interés  como posibles enclaves inmobiliarios”, exponen.

Entre las áreas que sufrieron recortes están: Los Haitises,  la Reserva Científica Lagunas Redonda y Limón, el Refugio de Fauna Laguna Bávaro. También se eliminaron  siete vías panorámicas.

Una ley general.  El 18 de  agosto de  2000  se promulgó la Ley General de Medio Ambiente y Recursos Naturales (64-00), que derogó todos los decretos emitidos entre 1997 y el 2000, devolviendo el Sinap algunas áreas recortadas. No obstante, en agosto de 2004,  con la promulgación de la Ley Sectorial de Áreas Protegidas (202-04), se volvieron a ratificar  recortes a las unidades en conservación, señalan los autores.

El siete de agosto del 2009, con el  decreto  571-09  se crearon  nuevas áreas protegidas que “completan en buena medida las necesidades de conservación de los ecosistemas dominicanos, aportando unidades en todas las categorías de manejo y aumentando la superficie de espacios   protegidos  en el país”.  Con este paquete suman 120 las áreas  protegidas de la  República Dominicana.

Antecedentes

La primera área protegida

 27 de noviembre de 1928

Se designa una porción de la cordillera Central como vedado del Yaque del Norte. Esta fue la primera área protegida con fines de conservación de la biodiversidad. Actualmente esta zona forma parte del Parque Nacional Armando Bermúdez.

Un área que decayó

 1930

Mediante Ley 530 se creó el Parque Nacional Las Matas, que incluía las montañas Novillero, Siete Picos y las Lomas de Maimón, localizado en la cordillera Central. Sin embargo, a esta unidad  no se le dio seguimiento de manejo y gestión de desarrollo, la expansión humana y otros factores terminaron afectando sus valores naturales.

Constanza

En 1938.

Mediante Ley 29 se crea el Vedado de Constanza, que abarcaba la zona de Alto Bandera y Valle Nuevo. En la actualidad, el antiguo Vedado forma parte del Parque Nacional Valle Nuevo en la provincia La Vega.

Jarabacoa

En 1947

 Con la Ley 1410, se creó el Parque Nacional El Puerto, situado en  Jarabacoa, el cual  aún tiene extensas zonas de pinares.

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