Los BRICS y la desdolarización

Los BRICS y la desdolarización

Julio E. Diaz Sosa

El pasado 30 de noviembre de 2024, el presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, a través de su red social Truth Social, publicó un mensaje en el que amenazaba con imponer aranceles del 100 % a los países que conforman el bloque de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) si estos decidían abandonar la utilización del dólar estadounidense en sus transacciones comerciales. Una de las razones fundamentales por las cuales estos países buscan desdolarizar sus economías es el alto impacto que tiene la dolarización financiera en la economía global y sus consecuencias en las sanciones económicas impuestas por los Estados Unidos a algunos de estos países y a sus socios comerciales.

De acuerdo con el Banco Internacional de Pagos, cerca del 90 % de las transacciones globales de divisas se realizan en dólares estadounidenses. Asimismo, según datos de la Reserva Federal de Nueva York, cerca del 58 % de las transacciones financieras globales se realizan en dólares estadounidenses. En 2014, esta cifra representaba un 63 %. Esto indica claramente que el mercado bursátil estadounidense es el de mayor liquidez del mundo, lo que hace que sea muy difícil que el dólar pierda su hegemonía en este ámbito.

Por otra parte, Trump y los Estados Unidos no deberían amenazar con aranceles a los BRICS, ya que, en la práctica, los países BRICS no pueden abandonar el dólar estadounidense sin infligir un daño enorme a sus economías. Esto se debe, principalmente, a un problema de deuda de 12 billones de dólares. Por ejemplo, entidades fuera de los Estados Unidos han acumulado 12 billones de dólares en deuda denominada en dólares estadounidenses. Esto ocurre porque, para financiar negocios globales que venden productos en esta moneda, es necesario asumir deuda en dólares.

Por lo tanto, un país miembro de los BRICS que se aleje de los intercambios denominados en dólares estadounidenses perjudicaría sus propios flujos orgánicos de esta moneda, y sus corporaciones se verían asfixiadas por la escasez de dólares, ya que necesitan pagar y refinanciar su deuda en esa divisa. Muchos analistas económicos y geopolíticos sugieren que los países BRICS podrían simplemente optar por incumplir su deuda denominada en dólares estadounidenses. Sí, podrían hacerlo, pero la pregunta central es: ¿quién querría hacer negocios con un país que decide voluntariamente incumplir contratos de buena fe?

Desde la ruptura del patrón oro en agosto de 1971, hemos creado un sistema financiero global enorme basado en eurodólares, que ha permitido a países extranjeros endeudarse en dólares estadounidenses incluso sin poder emitirlos.

En otro ámbito, el principal motor económico de este bloque y del mundo, China, enfrenta serios problemas estructurales de apalancamiento. Recientemente, el gobierno chino lanzó un plan de reestructuración de deuda por un monto de 14.3 billones de yuanes (2 billones de dólares estadounidenses) para abordar el problema de la deuda de los gobiernos locales. El plan se basa en tres pilares fundamentales: 1) Un aumento único en el límite de deuda por 6 billones de yuanes. 2)c4 billones de yuanes que se incluirán en futuros déficits presupuestarios.
3️) 2 billones de yuanes adicionales que se pospondrán hasta después de 2029. Sin embargo, este plan deja fuera de la ecuación 2.3 billones de yuanes que los gobiernos locales deberán resolver por su cuenta.

Ahora bien, muchos lectores se preguntarán: ¿de dónde proviene esta enorme carga de deuda oculta? Durante la implementación del plan de estímulo fiscal de 2008, fruto de la crisis financiera global, el gobierno central permitió la creación de los llamados vehículos de financiamiento de gobiernos locales (LGFV, por sus siglas en inglés). Estas empresas, respaldadas por el gobierno, tenían la autoridad para emitir bonos locales y solicitar préstamos bancarios para financiar proyectos inmobiliarios. Sin embargo, la deuda de estos »vehículos» nunca apareció en los libros contables de los gobiernos locales. Es, básicamente, deuda »oculta».

China, en pocas palabras, está tratando de ocultar un elefante blanco. Aunque el plan de estímulo estima un total de 14.3 billones de yuanes, el Fondo Monetario Internacional (FMI) estima que la deuda total incurrida por estas plataformas de gobierno local asciende a 60 billones de yuanes, equivalente a casi el 50 % del PIB chino. Los responsables de las políticas públicas chinas afirman que quieren solucionar este problema estructural de apalancamiento en los gobiernos locales, pero, como podemos observar en las cifras del FMI, el problema es mucho mayor de lo que aparenta.


En conclusión, para reducir el nivel de apalancamiento de un sistema financiero internacional basado en deuda como este, serían necesarios eventos geopolíticos tectónicos (como una nueva guerra mundial) donde el orden económico y político mundial esté en juego. Por esta razón, creemos que un desmantelamiento ordenado del dólar estadounidense es un cuento de hadas, ya que no existe una alternativa válida en estos momentos para realizar una transición suave. Reducir el apalancamiento del sistema financiero global basado en deuda denominada en dólares estadounidenses sería un verdadero Armagedón macroeconómico.

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