Por: Patricia Solano y Juan Miguel Pérez
Cuando el 24 de abril de 1965 un grupo de militares constitucionalistas se levanta contra el gobierno del Triunvirato, y por el retorno de Bosch al poder, una movilización popular se hace presente en las calles para respaldarla asonada democrática.
El pueblo se unía a los militares sublevados contra el golpismo. Pedían armas, lanzaban consignas, pero sobre todo, se hacían combatientes. Aunque muchos militares constitucionalistas habían expresado desde 1963 su vocación a los principios republicanos, es el pueblo en las calles el factor que termina de convencer a muchos militares de aliarse al bando constitucionalista y motiva aún más a los que ya organizaban el contragolpe.
Ante la imposibilidad de que llegara al país el ideólogo del movimiento constitucionalista, coronel Fernández Domínguez, por encontrarse entonces en Puerto Rico junto al profesor Bosch, es el coronel Hernando Ramírez quien asume el liderazgo del movimiento. A las pocas horas del levantamiento, este cae enfermo de hepatitis, y es cuando emerge la figura de Francis Caamaño como una posibilidad de relevo en la dirección del proceso
.Proveniente de una familia vinculada a la tiranía, como muchos otros constitucionalistas, Caamaño se formó en los cuarteles durante la dictadura, bajo una doctrina autoritaria. Eso no impidió colocarse del lado correcto de la historia en 1965.
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El 27 de abril, tres días después del levantamiento, las fuerzas militares golpistas buscaban sofocar la insurrección constitucionalista de la base área de San Isidro. Entonces el pueblo se fue al puente Duarte con palos, varillas y piedras para impedir el paso de la ofensiva de los blindados. Bajo el fuego de una intensa y despiadada artillería golpista por tierra, mar y aire, la actitud aguerrida de los civiles sensibilizó a los militares y les sirvió de arenga.
Caamaño se encontraba en el puente. Los civiles gritaban: “¡Caamaño, queremos armas!” a lo que el coronel respondió: “Las armas las tiene el enemigo. ¡Vamos a quitárselas!”. La frase encendió la multitud. Mientras aquello sucedía, Caamaño fue llamado junto a otros militares constitucionalistas a una reunión en la embajada de los Estados Unidos.
Una vez allí el embajador Tapley Bennett les pidió la rendición. Caamaño se negó y con tono enérgico agregó, mientras salía del recinto diplomático: “¡Sepa usted que hay dominicanos que tienen vergüenza, y que cuando es necesario morir, saben morir con honor!”. De regreso al puente Duarte, los constitucionalistas lograron junto al pueblo vencer a las fuerzas golpistas de Wessin.
Era el triunfo de la unión cívico militar constitucionalista que rompió con la tradición del militar trujillista como victimario del pueblo. Justo al día siguiente, el 28 de abril, tuvieron que enfrentar la intervención militar norteamericana, que contrario a cualquier pronóstico realista, resistieron durante mas de cuatro meses. Abril del 65es una de las más memorables jornadas de lucha que pueblo alguno haya realizado contra un enemigo mil veces superior en armas. Es también una unión entre militares y pueblo pendiente d e volver a ocurrir.