La impaciencia creativa del Poder Ejecutivo lanzado a transformar en tiempo récord pilares del orden jurídico de impacto en la sociedad está retando al Congreso Nacional, y hasta a la opinión pública que debe refrendar legitimidad, a conocer y valorar proyectos de leyes incluyendo una reforma constitucional exprés sin suficiente tiempo para sopesar contenidos, proyectar factibilidades a futuro de los novísimos instrumentos, consultar fuentes del derecho vinculadas a las materias que tratan los temas en este frenesí de revocaciones de lo legal para poner a toda una nación bajo nuevas reglas del juego. De súbito está puesta a prueba la capacidad de congresistas y gobernados de correr hacia la fijación de posiciones con notable riesgo de tener que arrepentirse después, como descubridores (los legisladores) de haber incurrido en desaguisados.
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«Píldoras» capaces de atragantar llegan demasiado juntas al raciocinio de hacedores de leyes puestos a saltar desde una Carta Magna al vapor a un crítico esquema fiscal con directos efectos a veces dramáticos sobre amplios sectores nacionales y el que dotaría al país de bases para encauzar con equidad las relaciones obrero-patronales. Sin que pueda descartarse que de buenas a primeras ocurra una resurrección de intentos por actualizar el Código Penal con el que los que gobiernan se han reafirmado incapaces de superar miedos a dogmas y a los obstáculos que deben derribar hacia una actualización de esta norma esencial que sobrevive en decrepitud.