Conociendo a nuestros políticos, y tomando en cuenta que estamos en zafra electoral, era de esperarse que la oposición, como no puede responsabilizar al gobierno del cambio climático, trate de culparlo de los daños provocados por las lluvias torrenciales –muertos incluidos– del pasado fin de semana, que según la directora de ONAMET, Gloria Ceballos, rompieron el récord de precipitaciones desde que se lleva registro de esa estadística en el país. Así como suena, pues además de oponerse por oponerse a todo lo que haga el Gobierno sin aportar nada, tampoco abunda mucho el sentido común tan necesario en cualquier actividad de la vida, incluida la política.
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Solo así se entiende que un diputado de la oposición, cuyo nombre se omite para no hacerle más daño del que se hace a sí mismo, declare en el hemiciclo que el gobierno evidenció falta de planificación ya que sabía de antemano la cantidad de lluvia que produciría el disturbio tropical. Otro criticó el poco interés del COE en informar a los ciudadanos sobre la magnitud del fenómeno, y puso como ejemplo el permiso que solicitó su presidente, Juan Manuel Méndez, para asistir a la boda de uno de sus hijos, como si la operatividad y eficiencia del órgano dependiera de que él esté físicamente presente.
Tratar de politizar un asunto tan serio, de utilizar una tragedia nacional de esa magnitud para atraerse votos o restárselos al gobierno habla muy mal de nuestra clase política, que sigue dando demostraciones de que no tiene “componte”, como dice el pueblo. Porque fue por politiquería, pero más que nada para eludir la responsabilidad que le toca a los gobiernos de los partidos políticos que representan en el Congreso Nacional, que esos mismos legisladores se salieron por la tangente al señalar las causas del accidente en el paso a desnivel de la intersección de la 27 de Febrero con Máximo Gómez, en el que perdieron la vida nueve personas que no debieron morir ese día y mucho menos en esas circunstancias.