Sepultado en un cementerio de inmediateces; titulares que narran cómo la mala dominicanidad ha saqueado y saquea al país, el pensamiento se tambalea.
Valdrá la pena pensar? Meditamos, con la misma angustia que provocó que Simón Bolívar en su lecho de muerte exclamara: ¡José, José, nos echan. ¡Hay que irse!; o que Salomé escribiera: ¡Oh patria infeliz!
Empero, ¿Irse para dónde?; ¿Retornar a cuál patria? ¿A cuál América?
Si de algo sirve un fin de año de pandemia es para, en el aislamiento, retornar a nuestros próceres, porque ellos se hicieron las mismas preguntas; transitaron por las cimas y barrancos de un ideal en proceso, donde todo, como en el poema, estaba aún por decir.
En una tarde luminosa, entre pinos y flores y un silencio que solo quiebra el trinar de las aves, todo el universo parece suspendido; habla la enredadera poblada de colibríes, esos vibrantes mensajeros de otras dimensiones. Retorno a José Martí y su bellísimo ensayo sobre Nuestra América y decido iniciar este 2022 con los postulados de este poeta, que se inmoló muy joven, para con su muerte, renacer una y otra vez, cuando más necesitamos inmunizarnos contra consabidas definiciones.
1. “No hay proa que taje una nube de ideas. Una idea enérgica, flameada a tiempo detiene, como la bandera mítica del juicio final, a un escuadrón de acorazados. Los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse… Los que, al amparo de una traición criminal…cercenaron la tierra del hermano vencido, si no quieren que les llame el pueblo ladrón, devuélvanle sus tierras al hermano.
2. La incapacidad no está en el país naciente, que pide formas que se le acomoden y grandeza útil, sino en los que quieren regir pueblos originales…con leyes heredadas de cuatro siglos de práctica libre en los Estados Unidos y diecinueve siglos de monarquía en Europa.
El buen gobernante en América no es el que sabe cómo gobierna el alemán o el francés, sino el que sabe con qué elementos está hecho su país, y cómo puede ir guiándolo en junto, para llegar con métodos e instituciones nacidos del país mismo, a aquel estado apetecible donde cada hombre se conoce y ejerce, y disfrutan todos de la abundancia que la naturaleza puso para todos en el pueblo, que fecundan con su trabajo y defienden con sus vidas.
3. El Gobierno ha de nacer del país. El espíritu de gobierno ha de ser del país. El Gobierno no es mas que el equilibrio de los elementos naturales del país. Gobernante, en un pueblo nuevo, quiere decir creador. ¿Cómo han de salir de las universidades los gobernantes, si no hay universidades en América donde se enseñe lo rudimentario del arte del Gobierno, que es el análisis de los elementos peculiares de los pueblos de América? A adivinar salen los jóvenes al mundo, y aspiran a dirigir un pueblo que no conocen. En la carrera de la política habría que negarse la entrada a los que desconocen los rudimentos de la política.
4. Conocer es resolver. Conocer al país, y gobernarlo conforme al conocimiento, es el único modo de liberarlo de tiranías. La universidad europea ha de ceder a la universidad americana. La historia de América ha de enseñarse al dedillo, aunque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra.
5. El problema de la independencia no era el cambio de formas sino el cambio de espíritu. Con los oprimidos había que hacer causa común, para afianzar el sistema opuesto a los intereses y hábitos de mando de los opresores. La colonia (hoy la neo-colonia) continuó viviendo en la república; y nuestra América está intentando salvarse de sus grandes yerros: de la soberbia de las ciudades capitales; de la importación excesiva de las ideas y fórmulas ajenas.
6. Se probó el odio, y los países venían cada año a menos. Cansados del odio inútil, de la resistencia del libro contra la lanza, de la razón contra el cirial, de la ciudad contra el campo, del imperio imposible de las causas urbanas divididas contra la nación natural, tempestuosa o inerte, se empieza sin saberlo a probar el amor.
7. El pensamiento empieza a ser de América. Los jóvenes de América se ponen la camisa al codo, hunden las manos en la masa, y la levantan con la levadura de su sudor. Entienden que se imita demasiado, y que la salvación está en crear. Crear es la palabra de pase de esta generación. El vino, de plátano; y si sale agrio, ¡es nuestro vino! Se entiende que las formas de gobierno de un país han de acomodarse a sus elementos naturales; que la libertad para ser viable, tiene que ser sincera y plena; que si la república no abre los brazos a todos y adelanta con todos, muere la República.
8. Estrategia es política. Los pueblos han de vivir criticándose, porque la crítica es la salud; pero con un solo pecho y una sola mente. ¡bajarse hasta los infelices y alzarlos en los brazos! En pie, con los ojos alegres de los trabajadores, se saludan de un pueblo a otro, los hombres nuevos americanos. Surgen los estadistas naturales del estudio directo de la naturaleza. Leen para aplicar, pero no para copiar.
Los economistas estudian la dificultad de sus orígenes; los oradores empiezan a ser sobrios; los dramaturgos traen los caracteres nativos a la escena. Las academias discuten temas viables. La poesía se corta la melena zorrillesca; la prosa centelleante y cernida, va cargada de ideas. Los gobernadores de las repúblicas indias, aprenden indio.
9. De todos los peligros se va salvando América. Sobre algunas republicas esta durmiendo el pulpo. Otras, por ley del equilibrio, se echan a pie a la mar. Otras, olvidando que Juárez paseaba en coche de mulas, …apelan al lujo venenoso, enemigo de la libertad, que pudre al hombre liviano y abre la puerta al extranjero.
10. Se ha de tener fe en lo mejor del hombre y desconfiar de lo peor de él. Hay que dar ocasión a lo mejor para que se revele y prevalezca sobre lo peor. Si no, lo peor prevalece. Los pueblos han de tener una picota para quien les azuza a odios inútiles, y otra para quien no les dice a tiempo la verdad.
11. No hay odio de razas, porque no hay razas. El alma emana igual y eterna, de los cuerpos diversos en forma y en color. Peca contra la humanidad el que fomente y propague la oposición y el odio de las razas.
12. Pensar es servir. Ni ha de suponerse por antipatía de aldea, una enemistad ingénita y fatal al pueblo rubio del continente, porque no habla nuestro idioma, ni vela casa como nosotros la vemos, ni se nos parece en sus lacras políticas; ni mira caritativo, desde su eminencia aun mal segura, a los que con menos favor de la Historia (¿Haiti?), suben a tramos heroicos la vía de las repúblicas; ni se han de esconder los datos patentes del problema que puede resolverse, para la paz de los siglos, con el estudio oportuno y la unión tácita y urgente del alma continental”.
Y, me hago eco: probando el amor.