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National Security Strategy

El giro estratégico de Estados Unidos y lo que significa para República Dominicana

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El gobierno de Trump ha dado a conocer su National Security Strategy (NSS 2025), un documento que introduce cambios significativos en la orientación estratégica de Estados Unidos. Para comprender su alcance, conviene repasar cómo ha evolucionado la visión estadounidense del sistema internacional y, en particular, de China, a lo largo de las últimas cuatro administraciones: Obama, Trump (2017), Biden y ahora Trump nuevamente.

La Estrategia de Seguridad Nacional de Obama (2015) presentaba a China como un actor con el que la cooperación era “sin precedentes”, aunque advertía sobre su modernización militar y sus acciones coercitivas en Asia. La apuesta era convertir a China en un responsible stakeholder del orden liberal. El “Pivot to Asia” buscaba reorientar recursos hacia el Indo-Pacífico, región que Obama consideraba el eje estratégico del futuro.

En el primer gobierno de Trump (NSS 2017) se produjo un giro abrupto. China dejó de verse como un socio potencial para convertirse en una potencia revisionista, empeñada en remodelar el orden internacional. Por primera vez Washington habló de rivalidad estratégica. La respuesta fue una combinación de guerra comercial, restricciones tecnológicas y presión a sus aliados para limitar la presencia china en infraestructura crítica. Trump priorizó la competencia directa y bilateral.

Con Joe Biden (NSS 2022), China fue definida como el “competidor estratégico más trascendental” y el actor que marca el ritmo de la planificación militar estadounidense. Biden no suavizó la percepción de amenaza; la sistematizó, la vinculó a coaliciones internacionales y reafirmó el Indo-Pacífico como centro de gravedad estratégico, ampliando además los temas de competencia: tecnología, clima y democracia frente a autoritarismo.

La NSS 2025 del segundo gobierno de Trump introduce un cambio fundamental. Aunque reconoce a China como competidor estratégico, la rivalidad con Beijing deja de ser el eje central de la política exterior estadounidense. El documento recupera explícitamente la Doctrina Monroe para el siglo XXI, proponiendo un “corolario Trump” destinado a reafirmar la primacía estadounidense en el Hemisferio Occidental. Anuncia un incremento de la presencia militar en la región. Prioriza la estabilidad y la cooperación en seguridad por encima de la promoción explícita de valores democráticos y señala: “Buscamos buenas relaciones y relaciones comerciales pacíficas con las naciones del mundo sin imponerles cambios democráticos o sociales que difieran ampliamente de sus tradiciones e historias”.

El documento admite algo crucial: “no todos los países, regiones o causas pueden ser el foco de la estrategia americana”. Esta afirmación resume el nuevo enfoque. “Los días en los que Estados Unidos mantenía todo el orden mundial como Atlas han terminado”. Estados Unidos reducirá su ambición global para concentrarse en su entorno inmediato, mientras mantiene una disuasión focalizada en Asia para evitar un conflicto con China en torno a Taiwán y el mar de China Meridional.

La nueva estrategia rompe con la idea dominante durante más de una década de que el centro de gravedad mundial se había desplazado hacia Asia. La NSS 2025 sostiene que, para preservar su poder global, Estados Unidos debe priorizar primero su hegemonía hemisférica y luego gestionar su coexistencia con China en Asia. Es decir, China deja de ser la única brújula estratégica; es un competidor que Washington busca contener principalmente evitando que consolide influencia en América Latina.

Este giro tiene implicaciones directas para nuestro país. Se destaca la posibilidad de atraer mayores inversiones estadounidenses, integrarse mejor en las cadenas de suministro regionales y fortalecer la cooperación en seguridad marítima y fronteriza. Nuestra posición geográfica y el creciente papel del país como nodo logístico nos colocan en un lugar especialmente relevante dentro de la estrategia hemisférica estadounidense.

Pero también existen riesgos. La rivalidad entre Estados Unidos y China podría reducir el margen de autonomía diplomática dominicana, especialmente en sectores como puertos, telecomunicaciones y energía. El país podría ser presionado, como ya ocurre, a limitar ciertos vínculos económicos con Beijing.

El desafío para nuestro país es cómo aprovechar las oportunidades sin quedar atrapado en una lógica de bloques excluyentes. El nuevo entorno exige una diplomacia más cuidadosa, capaz de equilibrar intereses sin comprometer la soberanía ni deteriorar relaciones con actores clave.

La NSS 2025 no solo redefine la política exterior estadounidense; también redibuja el mapa geopolítico del Caribe y obliga a los países de la región —incluida República Dominicana— a repensar su posición en un hemisferio que vuelve a adquirir centralidad estratégica.

Sobre el autor
Juan Temístocles Montás

Juan Temístocles Montás

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