Guardianes de la verdad Opinión
Rafael Leónidas Trujillo

Rafael Leónidas Trujillo

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En la desaparecida escuela de comercio “Clodomiro Gautreau” que tenía mi padre, el maestro Julio Gautreaux, en la Barahona de 1950, estudié Mecanografía y siempre recuerdo una lección de la parte avanzada del método de tal materia que decía:” El alemán era un joven a quien le sucedía lo que a la mayoría de los jóvenes de su país, que después de pasar largos y agotadores años en las universidades de su patria, tenían que ejercer un oficio cualquiera”.

Fue en esa década que Trujillo y los jesuitas crearon los politécnicos que sustituyeron o dieron continuación a la educación especial que iniciaron los norteamericanos, en el período 1916-1924, con las escuelas agrícolas como las de Moca, Azua y no sé cuantas más.

El profesor Roberto McCabe Aristy, petromacorisano, se refería con tristeza a la acción de Trujillo que eliminó el “Bachelor” creado por Pedro Henríquez Ureña cuando dirigió la educación nacional. Dicen que el ilustre intelectual se marchó del país porque el tirano mostró interés por su esposa.

Desde siempre la educación pública ha sido deficiente, pese a que los docentes durante el tiempo del tirano eran Maestros, no profesores de ríspidas barbitas, moños ensortijados sobresaliendo de una boina negra y chancletas para asistir a las aulas.

No voy a lamentar, lacrimógenamente, que antes era mejor, lo que sí creo oportuno remachar es que el país gasta millones y millones en escuelas improductivas a juzgar por los resultados de los alumnos y la falta de competitividad de los docentes.

El Movimiento Renovador que opera la universidad del Estado hubo de crear un paso intermedio entre el nachillerato y el ingreso a la academia, llamado eufemísticamente Colegio Universitario, con el fin de equilibrar los conocimientos y las deficiencias de los egresados de la educación secundaria.

La solución al problema de la baja calidad de la enseñanza ha sido, de una parte, crear universidades con alto nivel con exigencia de calidad en la enseñanza y en el aprendizaje.

Año tras año las distintas universidades, las de calidad y las mediocres, gradúan cientos, miles de personas en distintas profesiones y sé que mientras hay tantos licenciados en cualquier cosa, faltan plomeros serios, carpinteros que sepan usar los instrumentos de medición, mecánicos que no se roben las piezas que dicen cambiar, pintores de brocha gorda que hayan sido adiestrados en el oficio, sastres que trabajen con esmero, zapateros que conozcan de cueros, carniceros que conozcan y ejerzan el arte de los cortes de las carnes, mecánicos dentales, artistas que conozcan el secreto de las distintas maderas y las trabajen como buenos ebanistas, torneros que trabajen la madera y los metales, electricistas caseros e industriales, talabarteros, orfebres que trabajen los metales criollos.

Es cierto, todo está por hacer, todo está por arreglar, se sabe qué hay que hacer, pero faltan la partitura adecuada y un verdadero director de orquesta para que el país aproveche su inversión multimillonaria en educación, como un motor para el desarrollo nacional.

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Bonaparte Gautreaux Piñeyro

Bonaparte Gautreaux Piñeyro

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