Ya se ha convertido en parte del protocolo de la ceremonia de traspaso de mando de un Director de Policía Nacional a su sucesor, que el nuevo incumbente prometa en su discurso actuar con mano dura contra la delincuencia. Y el nuevo Director de la institución, el mayor general Ramón Antonio Guzmán Peralta, no quiso ser diferente: “Cambiaremos el accionar de nuestros miembros y nos colocaremos en el lugar que nuestra sociedad espera, pero esto no significa que no seremos duros y firmes cuando tengamos que enfrentar la delincuencia. No conocemos el miedo y el pulso no nos temblará en cuanto a esto se refiere”.
Cualquier buen entendedor se da cuenta, sin mucho esfuerzo, que eso significa que los intercambios de disparos, legitimados por el apoyo implícito (y a veces también explícito) de los ciudadanos, seguirá siendo la respuesta más socorrida para enfrentar los delincuentes. El mensaje a “los buenos dominicanos” fue claro: pueden dormir tranquilos, que se estará trabajando para garantizar su seguridad.
Puede leer: Tránsfugas
También fue tema de su discurso la Reforma Policial, que definió como su principal compromiso, por lo que dijo que no descansará hasta concluir ese proceso. Para que eso ocurra, sin embargo, falta un buen trecho, como podrá comprobar por sí mismo cuando le “coja el piso” al cargo, lo que no es obstáculo para que le tomemos la palabra.
Y es que no hace falta estar ahí dentro, empujando el cambio y doblegando las solapadas resistencias que van surgiendo en el camino, para saber que una transformación de las dimensiones de las que propone la Reforma Policial no se consigue de un día para otro, pues hay comportamientos muy arraigados que resulta muy difícil cambiar o erradicar.
Como por ejemplo las ejecuciones extrajudiciales, el verdadero nombre de los intercambios de disparos, que a pesar de ser aplaudidos y celebrados constituyen la expresión concreta del fracaso de las políticas públicas para enfrentar la delincuencia desde sus causas.