Lo peor que le puede pasar a la reforma fiscal que tiene en agenda el gobierno es que se politice, lo que lamentablemente ya está ocurriendo a pesar de que solo es una declaración de intenciones, pues en un ambiente enrarecido por la politiquería será muy difícil alcanzar los consensos necesarios para llevar a feliz término un proceso en el que ningún sector quiere ser el que cargue más pesado.
Los partidos de oposición, que se oponen a todo, no están obligados a sumarse a esas discusiones pero tampoco a boicotearlas, pues se estarían negando a sí mismos la oportunidad de contribuir con sus aportes a un mejor resultado, pero sobre todo de convertirse en guardianes del derecho de los más vulnerables a que no les hagan la vida más difícil con nuevos impuestos.
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Rechazar esa oportunidad es darle la espalda a la sociedad dominicana y a la posibilidad de servirle desde la política, que no solo debe ser útil para llenar sus bolsillos cuando tienen la oportunidad de desempeñar una función pública.
Que fue lo que hicieron, bajo el argumento de que el gobierno quiere implicar a la oposición en una reforma que golpeará con dureza a la clase media, los voceros de la Fuerza del Pueblo y el PLD en la Cámara de Diputados y el Senado de la República, Rafael Tobías Crespo e Yván Lorenzo, al rechazar en nombre de sus partidos participar en ese diálogo.
Por suerte hay políticos con la cabeza más fría y mejor puesta, aunque persigan los mismos objetivos, como el líder de la Fuerza del Pueblo, el expresidente Leonel Fernández, quien dijo estar dispuesto a darle su apoyo pero solo si favorece a los más pobres. Aunque aclaró de inmediato que como no se conoce su contenido, no puede opinar todavía.
Ojalá que el resto de la oposición imite al líder de la Fuerza del Pueblo, que por algo ha sido tres veces Presidente de la República, y deje de criticar lo que no conoce solo por jugar a la politiquería, que por la buena salud de la reforma y sus resultados debe mantenerse fuera de las discusiones.