Para algunos puede resultar chocante escuchar al expresidente Hipólito Mejía, quien conoce como nadie la realidad del campo dominicano y la producción agropecuaria, invocar la racionalidad para abordar las deportaciones masivas de haitianos, con lo que dijo no estar de acuerdo ya que sin esa mano de obra algunos sectores productivos, como la construcción y la agropecuaria, podrían colapsar. “A mi no me gusta eso. Balaguer instrumentó aquí los permisos para la industria azucarera al CEA, los Vicini y el Central Romana y había un récord. Yo pienso que debe haber algo parecido”.
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Como era de esperarse, las declaraciones del exmandatario lo convirtieron en blanco de los virulentos ataques de los ultranacionalistas que medran en las redes sociales, pues su ignorancia sobre las implicaciones y el impacto de la migración haitiana en el aparato productivo nacional solo es comparable con su capacidad para sembrar odio. Durante su comparecencia en LA Semanal, y respondiendo una pregunta de un reportero que quiso conocer su opinión sobre los reclamos de los sectores que afirman estar siendo afectados por esas deportaciones, el presidente Luis Abinader informó que representantes del gobierno se han reunido con asociaciones de productores agrícolas para encontrarle una salida al problema y examinar la posibilidad de actualizar los permisos vencidos, pero fue enfático al señalar que las deportaciones seguirán con el mismo ritmo.
En ese mismo encuentro el mandatario destacó el crecimiento de la producción agrícola, que atribuyó al esfuerzo y dedicación del sector, lo que ha convertido a la República Dominicana en una potencia regional en ese renglón. Pero es esa condición lo que se está poniendo en peligro con las deportaciones masivas si no usamos la racionalidad que nos recomienda don Hipólito, algo que a mucha gente, cegada por su visceral antihaitianismo, no le gusta oír, entre las que espero no se encuentre usted, Señor Presidente.