Fotografía de la fachada del monumento que celebra la ascensión al poder del dictador Rafael Leónidas Trujillo, esta en el marco de la Feria de la paz, y Confraternidad del Mundo Libre Hoy los Dominicanos las conocemos como ( La Bolita del Mundo. En foto La Bolita del Mundo. Hoy Duany Nuñez 4-6-2021
La exposición “1961: el año de la libertad” narra abusos Trujillo y meses posteriores al ajusticiamiento
El violento ascenso al poder del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina, sus tres décadas de brutal y represiva tiranía, así como el año en que este fue ajusticiado y en el que inició la transición hacia la democracia, también marcada por la convulsión social, están plasmados en la exposición “1961: el año de la libertad”, inaugurada en el marco del 60 aniversario del asesinato del déspota.
Poco más de 40 carteles colocados en la Plaza de las Américas, área popularmente conocida como “La bolita del mundo”, al sur del Palacio de Justicia del Centro de los Héroes, describen mediante una selección de fotos, documentos y relatos el cruel paso de Trujillo por la historia dominicana y cómo el pueblo poco a poco fue levantándose hasta llegar al crucial año de 1961.
El recuento histórico inicia con la intervención estadounidense de 1916-1924, provocada por el aumento de la deuda externa nacional y los enfrentamientos entre caudillos. En estos años Trujillo, oriundo de San Cristóbal, ascendió en las filas militares hasta el rango de capitán, grado que obtuvo debido al atroz trato que le dio a los opositores de la ocupación extranjera.
Para el gobierno de Horacio Vásquez (1924-1930), Rafael Leónidas Trujillo ya había ascendido a jefe de la Guardia Nacional, puesto desde el cual tomaría las riendas del poder en la República Dominicana.
Uso desmedido de armas. Durante las elecciones de 1930, Trujillo, que además de jefe del Ejército era candidato presidencial, se valió de la represión militar y paramilitar, esta última representada por la banda de asesinos llamada “La 42”, para lograr ser declarado ganador de los comicios.
Una vez afianzado en la Presidencia de la República y tras superar la emergencia que significó el paso del ciclón San Zenón por la ciudad de Santo Domingo, Trujillo daría inicio a los crímenes de Estado contra sus opositores y a la apropiación ilícita de los recursos públicos que caracterizarían todo su régimen.
Sus atrocidades tendrían repercusión a nivel internacional, como ocurrió con la matanza de unos 15,000 haitianos en 1937, lo que causó que Trujillo fuera visto ante el mundo como un “genocida en el Caribe”.
A raíz del crecimiento de la oposición, tanto dentro del país como de parte de los exiliados en naciones vecinas, Trujillo haría de los secuestros y asesinatos dos de sus principales métodos para silenciar las voces más antagónicas, como sucedió con el líder sindical Mauricio Báez y el intelectual español Jesús Galíndez, quien fue raptado en la ciudad de Nueva York y llevado a la fuerza hacia RD.
Para mantener a raya a sus oponentes, el tirano se valía de una red de informantes popularmente conocidos como “calieses” y de las Fuerzas Armadas, especialmente el Servicio de Inteligencia Militar (SIM), el cual usaba la cárcel “La 40” como su centro de tortura.
Emporio desde el Estado. El dictador llegó a controlar cerca del 80 % de toda la producción industrial del país y a emplear el 45 % de la mano de obra. Al momento de su muerte, Rafael Trujillo y sus allegados poseían más del 50 % de las mejores tierras cultivables.
Anhelos de libertad. Las expediciones antitrujillistas organizadas desde el exilio, como la de Cayo Confites, en 1947; la de la bahía de Luperón, Puerto Plata, en 1949; y la de Constanza, Maimón y Estero Hondo, en 1959, fallarían en su objetivo de terminar con la dictadura, pero sembrarían las bases de la resistencia.
El 25 de noviembre de 1960 tuvo lugar el asesinato de las hermanas Mirabal, vinculadas al Movimiento Revolucionario 14 de Junio, lo que provocó un repudio social que marcaría el principio del fin del régimen.
Pocos meses después, la noche del 30 de mayo de 1961, Trujillo cae ajusticiado mientras iba de camino a San Cristóbal por parte de un grupo de antiguos colaboradores, que luego fueron perseguidos y asesinados, la mayoría de ellos, por gente fiel a la dictadura.
Pese a la muerte del “Jefe”, el régimen se resistió a desaparecer debido a la presencia en RD de su hijo Ramfis Trujillo, quien se hizo con el control de las fuerzas militares, y de Joaquín Balaguer, colaborador de la dictadura y quien fungía como presidente desde 1960.
No obstante, la presión de la ciudadanía, que se mantuvo en los meses posteriores protestando masivamente por la libertad y la justicia, obligó a la familia del tirano a abandonar el país y gran parte de su fortuna fue incautada por el gobierno de Balaguer, quien para ese entonces trataba de deshacerse de su histórico vínculo con la dictadura trujillista.