(1ra. Parte)
Personajes inolvidables:
Reminiscencias del viejo Santo Domingo. A nuestro entender, el más famoso era el Dr. Anamú, un perturbado que se hacía pasar por médico, vestido con saco, chaleco y corbata negra, con dos o tres gruesos volúmenes debajo del brazo. Por eso se le conoció “como el sobaco ilustrado”. Como él bajaba por la Dr. Delgado y doblaba en la esquina del Palacio Nacional para tomar por la Dr. Báez, quise indagar donde quedaba su consultorio y me contestó grotescamente: “mis pacientes lo saben”. Casi tan famoso como el anterior, eran la dupla compuesta por Pelao y Chochueca, dos individuos que actuaban en consonancia. En esa época no había funerarias y los cadáveres eran velados en las casas, el ataúd posado sobre grandes bloques de hielo. Uno pedía la ropa del difunto y el otro los bloques de hielo para vendérselos a los que guayaban los llamados frío frío.
Pululaban también por las calles, Barajita, una orate que se adornaba con baratijas en exceso. El Maco Pempén, un grotesco personaje más inofensivo. La Gorda de la Motoneta, una señora con un trasero tan voluminoso ocultaba el sillín, Zafo el dulcero, amanerado que llevaba sobre la cabeza una batea de sabrosos dulces, caminando con un deje, que los muchachos le hacían burla. Hoy el movimiento LGTB, habría denunciado ese discrimen y posiblemente se establecen sanciones penales.
El cochero del obeso Arturo Logroño, cuyo peso desbalanceaba del lado derecho por el peso excesivo del pasajero y los muchachos nos montábamos entre las dos ruedas traseras y el cochero con el látigo nos hacia abandonar el paseo. El general, un individuo que siempre estaba en la Secretaría de Agricultura, vestido con uniforme militar y adornos que pretendía eran condecoraciones. Era inofensivo, pero a veces se tornaba imprudente pretendiendo cumplir con su deber, de respetar el orden a su manera.
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Juegos infantiles que han desaparecido:
Con la aparición del teléfono móvil, las tabletas y demás artefactos electrónicos, ya nadie juega a la Rayita donde con un Trompo, se sacaba las monedas en el pavimento. El Trúcamelo y el Matarile. Al desaparecer las bellugas, el famoso hoyito finiquitó. También, otros con bolas de cristal, como el Ponte, la Pared, el Círculo y hasta el Parché chino y el Monopolio han desaparecido, en donde la juventud no muestra interés alguno.
El denominado Salto o brincar la Cuerda, el Yoyo, la Gallinita Ciega, el Baile del Aro con el cual se imitaba a las bailarinas de Hawai, El piedra, papel y tijera, en donde se debía adivinar la seña que tenía el que estaba encima.
Habían juegos muy peligrosos, como las pelea de Fufú, con tapitas de refrescos afiladas. El vuelo de chichiguas, cajones y pico bohío, con lajas en la cola para cortar el hilo del oponente y se fuera en banda, lo cual degeneraba en peleas, sobre todo si eran de barriada diferente. Después de que Ramfis, Rubirosa, Radhamés, Kalil Haché, los argentinos Hermanos Zabaleta y otros jugaban polo en la cancha del hotel El Embajador, se puso de moda el hockey en bicicleta.
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Otros que igualmente han desaparecido, el Escondido, el Topao y después de que la compañía emisora del álbum de postalitas en la cual se presentaba el aliciente de la “viga”, decayó la compra de esos dulces en los cuales se envolvían las postalitas.
Igual suerte han corrido, los juegos de cinta a caballo, en los que se premiaba a los ganadores. La carrera de sacos, en la cual, los estudiantes eran metidos en un saco, se fijaba una meta y a base de saltos como las ranas, los participantes llegaban a la meta determinada. Mano Caliente, Pisá Colá, y el más peligroso de todos, que fue suspendido después que un grupo de jóvenes en la esquina formada por la calle Santiago y Danae, rociaron de almidón al pasajero y cuando éste se desmontó, comprobamos que era Trujillo que rondaba una damisela de incognito. Varios estudiantes fueron llevados, al Tribunal de Menores. La siguiente resolución, fue prohibir echar polvo en la fiesta de San Andrés.
Como quedan una buena cantidad de juegos, hemos decidido hacer una segunda entrega, para los que ahora son adultos, recuerden sus tiempos de juventud.