Con frecuencia los políticos se empecinan en negar lo obvio, lo que es un secreto a voces o está a la vista de todo el que quiera verlo, y si están en el gobierno o desempeñan un cargo electivo mucho peor, pues parecen creer que pueden tapar el sol con un dedo y convencernos de que es de noche en pleno mediodía. Le acaba de pasar al ministro Administrativo de la Presidencia José Ignacio Paliza, quien el pasado miércoles visitó el Congreso Nacional, donde sostuvo un encuentro con el bloque de senadores del PRM, pero al ser cuestionado por los reporteros que querían saber si estaba allí para apaciguar los ánimos caldeados que dejó la reserva de candidaturas, negó que ese fuera el motivo de su visita y aseguró que solo se trataron temas legislativos.
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Pero como las mentiras tienen las patas cortas, al día siguiente fue desmentido por legisladores oficialistas que estuvieron en esa reunión, que no solo confirmaron que el tema de las reservas y los disgustos que han generado fue tratado, sino también la elección del bufete directivo de la cámara alta el próximo 16 de agosto, y las encuestas que se realizarán para escoger los candidatos para las elecciones del 2024.
Ojalá que Paliza tenga suerte como apagafuegos, pero los disgustados son muchos y con razón, pues aunque se han limitado al 20% y están avaladas por la ley electoral las reservas de candidaturas, al igual que las convenciones de delegados y las asambleas de dirigentes, limitan, y en el peor de los casos cercenan la democracia que debe normar la vida interna de los partidos, cada vez menos democráticos. Una tendencia que de manera preocupante va en aumento, como lo evidencia el hecho de que la mayoría de los grandes partidos ya anunciaron que escogerán a sus candidatos sin consultar a sus militancias mediante la celebración de primarias. ¿Cuánto faltará para que prescindan totalmente de ellas, y dejen entonces de ser partidos y esta feria de ofertas y oportunidades deje de ser una democracia que camina a tropezones?